Cada capítulo de Los ángeles de Charlie empezaba así: “Había una vez, tres jovencitas que fueron a la academia de Policía. Les asignaron misiones muy peligrosas. Pero yo las aparté de todo eso y ahora trabajan para mí. Mi nombre es Charlie”.
El que hablaba no era Menem ni García ni Berlocq. Tampoco, López, el que da clases de inglés por la tele. Era Charlie, el detective a cargo de la agencia “Charles Townsend”.