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No habían pasado ni tres meses de su asunción cuando, a través del decreto 7976 del 23 de agosto de 1946, Juan Domingo Perón creó la figura de Agregado Obrero en todas las embajadas argentinas en el mundo. Una decisión revolucionaria, que tenía como finalidad darle representación a la clase trabajadora nacional en el mundo. Uno de los afortunados obreros en representar en el extranjero a sus compañeros fue Pedro Conde Magdaleno, el secretario general de la Unión del Personal de Panaderías y Afines (UPPA), que fue elegido para ocupar el cargo en la Unión Soviética. Una experiencia que recibió feliz, dada su formación socialista, pero que ni bien pisó suelo ruso se convirtió en una decepción: la URSS de la posguerra no era como imaginaba. Aquella aventura, en clave de comedia histórica, es la que cuenta ¡Kapuska! Un peronista suelto en Moscú, la obra protagonizada por Carlos Belloso que sube a escena los viernes a las 21 en Palacio El Victorial (Piedras 722) y los sábados a las 20 en Teatro El Vitral (Rodriguez Peña 344).
La realidad y la ficción se unen en ¡Kapuska!, una obra que hace historia pero sin caer en la solemnidad ni en la impostación que suelen asumir los textos teatrales que revisan el pasado reciente. En la pieza escrita por Max Delupi y Florencia Aroldi aquella aventura es el disparador para indagar por el mundo de las ideologías, sus posibilidades prácticas y la amenaza de la traición, los hombres que las abrazan y los líderes que las implementan, en un tono en el que el drama y el grotesco conviven como los distintos pensamientos políticos que la obra pone en discusión. Alejandra Oteiza, Beto Bernuez, Pepe Arias y Eduardo Marcos completan el elenco de la obra dirigida por Curly Jiménez (El aparato, Cyrano) y en la que Daniel Santoro se encargó del Arte.
“¡Kapuska! es una obra que tiene de todo, porque hay humor, tiene reflexión, se coquetea con el espionaje, se trabaja la historia y tiene un montón de cosas simbólicas”, le cuenta Belloso a Página/12. “No es una obra peronista para peronistas, aunque el peronismo esté muy presente, tanto sobrevolando el texto como en las discusiones que Pedro tiene con otros personajes de ideologías muy distintas con los que se encuentra en Moscú, como lo son sus traductores Pedro Sánchez Cepeda y José Tuñón. La obra discute mucho las ideologías sin perder el sentido del humor”.
-¡Kapuska! está basada en la historia real de Magdaleno, que él mismo dejó escrito en el libro ¿Por qué huyen en baúles?, haciendo referencia a cómo quiso ayudar a huir a los asilados españoles de la URSS stalinista. ¿Qué cuenta la obra de aquella aventura?
-Cuenta la vida de ese hombre atravesado por los ideales, la realidad y la traición. Magdaleno estaba fascinado con la posibilidad de vivir unos años en la URSS. De hecho, fue con su esposa y sus tres hijos con mucho entusiasmo a conocer la tierra en la que creía que los obreros eran felices. Y se encuentra con un stalinismo oscuro, terrible, con un montón de promesas que desde que llega no se las cumplen, viviendo en una habitación diminuta junto a su familia. Porque la verdad es que con el stalinismo sufría todo el mundo, había largas colas para conseguir cualquier cosa, purgas, asesinatos… La obra cuenta la historia de un sueño que se convirtió un poco en pesadilla, a medida que descubre lo que es Moscú y el régimen. Y allí conoce a Cepeda y Tuñón, que ofician de traductores de la embajada, quienes al verlo tan idealista le piden ayuda para que los saque de ahí. Y Pedro, al ver todo lo que pasaba en el régimen, se pone la causa al hombro, y hace todo lo posible para ayudarlos a escapar. Claro que no es una tarea para nada fácil, y en el proceso se discute mucho sobre las ideologías políticas y sus posibilidades prácticas.
-¿Está pensada como una obra de aventuras?
-Podría pensársela así, en tanto están embarcados en una misión que no saben si va a salir bien. La obra, paralelamente, cuenta dos momentos históricos. Empieza en 1959, con Magdaleno muy deprimido por la traición que siente de Frondizi hacia los peronistas, a los que les pidió el voto y nunca pudo o no quiso levantar la proscripción. Fue un momento muy duro para él, cargando los fantasmas de aquel pasado en Moscú que no se le borran, que dan vueltas todo el tiempo por su cabeza. Y luego la obra toma el tiempo de finales de la década del cuarenta y ese viaje a la URSS. Son dos tiempos del relato, que asumen tono y registros muy distintos: mientras en el '59 todo es melodramático, en el ‘47 el recuerdo asume las formas propias de cuando uno rememora, donde todo es un poco más disparatado, amontonado… es como la diferencia entre el cine realista y el cine mudo, donde todo se vuelve más acelerado y con mayores licencias respecto a lo real. Es una obra muy divertida.
-¿Cuánto del peronismo está presente en ¡Kapuska!?
-La obra te mete inmediatamente en una suerte de Sucesos argentinos. Entonces, la gente entra a ver una película antigua, pero que de a poco de la pantalla se cae el personaje y empieza a hacer su teatralidad, mientras la pantalla es escenario, es decorado, es documento… Aparece la reglamentación del trabajo peronista, las figuritas de Perón para explicarle a los chicos quién fue, se explica también un 17 de octubre de 1945 de una manera muy especial, porque Magdaleno lo describe totalmente en pedo y para que lo entiendan los rusos… Mis ganas es que vengan a ver la obra hasta chicos de corta edad, para que comprendan un poco la historia y también para que se diviertan, porque hay muchas cosas circenses, trucos con baúles, fantasmas del comunismo que recorren el escenario y mucho humor. La obra cuenta la historia de un peronista haciendo quilombo en la Unión Soviética, no es neutral, pero con la idea de que se necesita estar unido cuando el enemigo acecha.
-En ese sentido, ¿la obra dialoga con la actualidad?
-Sin dudas. La necesidades de unir diferencias en pos de vencer a un mal mayor se vuelve imperioso. El “nadie se salva solo” y el "héroe colectivo" que revivió El Eternauta tiene que ver con la necesidad de juntarnos. En la obra hay cuatro ideologías que dialogan y discuten. Está la peronista de Magdaleno, idealista y pasional. También está la comunista representada por el capitán de aviación Tuñón, que nunca va a dejar de ser comunista por más que haya un Stalin. Cepeda, el niño español asilado por la guerra civil en su país, es un anti franquista confeso que sin embargo desea volver a su patria. Y por último está el gorilismo, condensado en el secretario del embajador, que es antiperonista y no puede ni oír nombrar a Perón. Sin embargo, esas cuatro ideologías logran ponerse acuerdo por un fin mayor. Y creo que, como ciudadanos, siempre debemos apuntar al bien mayor.
-¿Cómo estás atravesando esta época, con un gobierno nacional que ataca permanentemente a la cultura y a sus representantes, y que desmanteló organismos de fomento, como el Instituto Nacional de Teatro, el Incaa, el Fondo Nacional de las Artes, la Conabip?
-Con mucho dolor. Primero, porque escucho mucha confusión o mentira sobre la cultura, como el rol del Incaa como ente que no financia el 100 por ciento de las películas sino apenas una parte. Vivimos un tiempo de desmantelamiento cultural, pero fundamentalmente de un desmantelamiento espiritual. Si cada uno nos ceñimos a hablar solo de lo nuestro, nos perdemos un montón de cosas que pasan. Es un tiempo de pérdida de todo: pérdida espiritual, pérdida de soberanía, pérdida de los derechos laborales, pérdida de las ayudas a la cultura, pérdida de ayudas a los grupos minoritarios, perdida al respeto a las comunidades del LGTBQ+, cuando hablaban en Davos, comparándola con la pedofilia… Y también veo que si uno habla de todo, no habla de nada. Entonces, esta batalla cultural que se está dando, en pequeños casilleros, mareando a la gente con tantas cosas todo el tiempo, hace que no sea fácil ver la totalidad de que ya estamos en el precipicio, como esos dibujos animados que todavía están un buen tiempo en el aire antes de estrellarse con el suelo. Entonces, me parece que hay que confluir porque enfrentamos a un enemigo más grande.
-No pareciera fácil, porque como en todo modelo hay gente que se favorece con la política económica y cultural del gobierno nacional.
-Claro, porque hay dos Argentinas también. Está la mayoritaria, que la está pasando realmente muy mal, y está la que se va a Brasil con un dólar barato, que es una Argentina muy distante de los problemas que tiene el compatriota. Todos deberíamos levantar la vida y ver un poco más la patria, ver mas allá de nuestro ombligo. Porque lo que quieren es eso: que nos enceguezcamos con el dólar barato para no ver o no querer ver todo lo que está pasando, como la restricción del derecho a huelga que pasó inadvertido. Eso le es funcional a un modelo de país que quieren instalar. Se puede criticar a la dirigencia, pero sabiendo que es un problema no involucrarse en política. Y lamentablemente veo una despolitización muy grande, en general.
-¿Creés que esa despolitización es el resultado del gobierno nacional o también del la actitud del resto de las fuerzas políticas?
-Hay responsabilidades compartidas, aunque con grados diferentes. Porque esa misma gente, en otra época, votó a otros tipos de modelos de país. Eso es una realidad. Y cuando no haya un dólar barato para poder viajar a Brasil, van a empezar a decir “¡qué gobierno de mierda! ¡qué gobierno injusto!” Eso pasa con todo. A mí el teatro me enseñó a poner el cuerpo. Y poner el cuerpo para mí significa hacerme cargo de lo que digo. Y acá se dice mucho y se hace poco, en general. Se canta “…los chicos de Malvinas que jamás olvidaré…” y votaron a un anglófilo, admirador de Margaret Thatcher. Desde 1985 todos abrazamos al Nunca Más y votaron a Villarruel que reivindica al Proceso de Reorganización Nacional. Ahora volvió a estar de moda El eternauta y la idea de que "nadie se salva solo". Suena linda pero no sé si la llevamos a cabo. Es un eslogan. Hay que ponerle contenidos y acciones. Y también vale para el campo nacional y popular, donde estamos ejerciendo una posverdad. No solo hay posverdad concreta cuando Milei dice que los jubilados cobran en dólares más que antes. Nosotros también tenemos las nuestras, como el "si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar” y nadie armó ningún quilombo… Nos estamos mintiendo un poco si no ponemos el cuerpo. Lo mismo cuando votamos a gente que no va... Hay posverdad en todos lados, no solo es potestad de un sector.
-Es el paradigma de época, pero que parece ser aprovechado mejor por la derecha, tal vez porque el aparato mediático, judicial y empresarial está de su lado.
-Sí, representan a un grupo de gente que cree que el problema de los pobres es de los pobres y no de toda la comunidad, que como consideran que toda la política es lo mismo votan a alguien que supuestamente no la hace, siendo la peor política que te puedas imaginar. La precarización, la destrucción y ahora la vuelta a un "pre peronismo" que si no hacemos algo nos va a aniquilar. Yo trato de firmar todas las planillas que hayan sobre el Juicio Político. Creo en el Juicio Político como mecanismo constitucional que puede llegar a sacar a este tipo inmediatamente porque cuanto más tiempo le damos, más destruirá y más dañino será. Adhiero siempre al Juicio Político, y por otro lado a las iniciativas de acusarlos de “Traición a la patria”, por mi lado de veterano de Malvinas. Yo no lo voté a Alberto, pero lo defendí bastante cuando fue todo el manejo del Covid, hasta que vi la foto y fue un mazazo. Pero qué locura todo lo que nos pasa que hasta el peor Alberto puede llegar a resultar mejor que este tipo que está destruyendo todo.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/829470-carlos-belloso-el-teatro-me-enseno-a-ponerle-el-cuerpo-a-lo-