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20/5/2025

Malena Blanco: "El sistema necesita gente sádica"

Creadora de Voicot, un movimiento de arte y activismo que lucha por los derechos de los animales y de la tierra, sostiene que "la ignorancia sirve para el control, para someternos".

"Somos la especie que está llevando al planeta a su extinción", señala Blanco. 
"Somos la especie que está llevando al planeta a su extinción", señala Blanco. 


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Publicó el libro "Carroñeros"

Malena Blanco: "El sistema necesita gente sádica"

Creadora de Voicot, un movimiento de arte y activismo que lucha por los derechos de los animales y de la tierra, sostiene que "la ignorancia sirve para el control, para someternos".

¿A quién matamos cuando matamos animales? Esa pregunta aparece en la tapa de Carroñeros (Planeta), libro de Malena Blanco. La autora es activista y creadora de Voicot, un movimiento de arte y activismo que lucha por los derechos de los animales y de la tierra. En esa portada también aparece una ilustración: la cara de una vaca cercada por un alambre de púas. Esa interpelación al lector puede parecer fuerte, pero mucho más fuerte es lo que Blanco desarrolla en esas 236 páginas, algo que puede nombrarse de muchas maneras pero que también se puede resumir en esta afirmación: "Somos la especie que está llevando al planeta a su extinción".

Sobre la necesidad de revivir algunos episodios traumáticos que presenció a lo largo de su trayecto como activista para purgarlos a través de la escritura, Blanco explica: "Soy una persona que no tiene buena memoria. Cuando te exponés a situaciones de semejante violencia como la forma en la que se convierte a un animal en comida, cuando ves a alguien ser asesinado adelante tuyo, la única forma de escapar es el amor. Como una forma de esperanza, un deseo, una necesidad. Lo otro es tan terrible que toma mucho espacio: en mi vida cotidiana, en la forma en la que veo el mundo, en cómo siento, en cómo amo, en quién soy y en quién quiero ser".

–Hay un eje conductor en el libro y es la idea de profundo distanciamiento entre los seres humanos y el resto de las especies de la naturaleza. Aparece la categoría de animales humanos y no humanos. ¿Cómo pensás eso?

–Sí, aparece la idea de otredad. A lo largo del tiempo nos fueron desconectando y es una necesidad urgente empezar a retejernos, entender que somos parte de una gran red diversa con diferentes formas de vida que dependen de nosotros y, a la vez, nosotros dependemos de ellas. Somos eso otro también. Cuando empecé el activismo hicimos un afiche que decía: "Todos somos animales". Es increíble porque hay gente que estudió, pasó por la universidad y sigue creyendo que no lo somos. Entendí que, antes que humanizarlos, nosotros mismos tenemos que reconocernos como parte de esa gran masa mágica y energética. No habría forma de explotar eso otro si no pensáramos que somos otra cosa. Esto permite que este sistema violento sea posible.

A lo largo de los doce capítulos del libro Malena cuenta su experiencia personal dentro del activismo, brinda información y datos duros sobre las distintas problemáticas que desarrolla y narra varios episodios en los que se involucró de lleno: rescates masivos de animales, presencia en mataderos y criaderos para filmar algunas atrocidades que se llevan adelante en esos lugares, entrevistas a trabajadores y diversos eslabones de la cadena productiva y asistencia en calidad de infiltrada a congresos donde se convoca a inversores y empresarios en los rubros de agricultura y ganadería. En algún momento entendió que debía trabajar su propio ego y hoy dice: "Me di cuenta de que yo no era la heroína de nada; por el contrario, tenía que ser una herramienta, algo cambiante en esta movida. Hoy puedo ser una cosa y mañana otra, tenía que mutar en función de lo que se necesitara en cada momento".

En este tipo de campañas suele haber un fino borde y el riesgo es caer en iniciativas que fomenten el morbo o la violencia. "Te lo tengo que mostrar –afirma Blanco–. Poner en palabras esas vidas supone pensar que esas vidas que no se pudieron salvar quizás pueden salvar a otras. Hice documentales, publicidad en calle, remeras; ahora escribí este libro para que tenga sentido haber vulnerado a esos seres siendo asesinados". Para la autora el rol del arte es clave y a partir de su formación fue haciéndose varias preguntas: "¿Cómo mostrar el horror sin mostrar el horror? ¿Cómo te muestro lo que pasa adentro de un matadero sin necesidad de que lo veas? Yo no quiero ser Gaspar Noé y que todos queden traumados, quiero que reflexionen. Pero no creo en un arte que no diga cosas".

–Hay un gran momento en el libro: la entrevista a Samid. Una charla entre una activista vegana y el "rey de la carne". Es un hombre que conoce bien los engranajes del sistema. ¿Cómo fue ese encuentro y qué información aportó?

–El encuentro fue muy cinematográfico, una escena muy almodovariana. Una mujer me estaba esperando con galletitas veganas, él estaba sentado con la tobillera (tenía prisión domiciliaria) y un perrito sobre el hombro. La impunidad es algo muy característico en este tipo de personajes y no tienen ningún problema en decirle todo lo que saben a una pibita vegana. Yo me sentía en El Padrino. Ese día me contó cosas que me sorprendieron un montón. Esta gente tiene muchos contactos y data que nosotros no tenemos, información que me permitió pensar otras hipótesis en torno al Covid o temas como el contrabando de la mercancía producida en el agro, entre otras cuestiones. Yo voy a congresos de ganadería porque quiero saber cómo piensan, hacia dónde van, qué les funciona y qué no en términos de comunicación.

-Que este libro haya sido escrito por una mujer no es un dato menor. Blanco sostiene que "la mayoría de las que caminan el territorio luchando por los derechos de los animales y la tierra son mujeres". 

En su primer documental, Somos y seremos mar, acompañó al movimiento de mujeres indígenas en una caminata por el buen vivir para que los terricidas sean condenados por crímenes de lesa humanidad. "Quienes caminan esa tierra son mujeres hambreadas de 36 territorios indígenas de Argentina; yo no tenía idea de la existencia de todos estos territorios y es impresionante cómo la ignorancia sirve para el control, para someternos –reflexiona–. Cada vez que voy a los mataderos, quienes sostienen el cuchillo en la mano son hombres. El sistema necesita gente sádica porque si no ¿quién le corta la garganta a 200 animales por día? No hay forma de que un matadero no genere violencia, es imposible salir ileso de esa situación".

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/827351-malena-blanco-el-sistema-necesita-gente-sadica