Menú

showbizBeta

Redes

20/5/2025

Jafar Panahi conmocionó al Festival de Cannes

Es la primera vez en catorce años que el director de "Taxi Teherán" puede salir de su país, donde estuvo preso, para compartir un estreno con el público. También se lució el alemán Christian Petzold con "Miroirs No. 3", en la Quincena de los Cineastas.

Jafar Panahi en el estreno en Cannes de "Un simple accidente".
Jafar Panahi en el estreno en Cannes de "Un simple accidente".


EN VIVO

Cultura y Espectáculos

El cineasta iraní presentó personalmente su nuevo film, "Un simple accidente"

Jafar Panahi conmocionó al Festival de Cannes

Es la primera vez en catorce años que el director de "Taxi Teherán" puede salir de su país, donde estuvo preso, para compartir un estreno con el público. También se lució el alemán Christian Petzold con "Miroirs No. 3", en la Quincena de los Cineastas.

Desde Cannes

¿Qué es un accidente? En un sentido lato, tal como lo define cualquier diccionario, se trata de acontecimiento eventual que altera el orden regular de las cosas. ¿Y si un accidente fuera algo más? ¿Y si eso que llamamos azar fueran o se convirtieran en signos? En todo caso, ¿cómo reconocerlos? Algunos de estos interrogantes son los que plantean dos de las mejores películas del Festival de Cannes 2025: Un simple accidente, del maestro iraní Jafar Panahi, en competencia oficial, y Miroirs No. 3, del gran cineasta alemán Christian Petzold, en la sección paralela Quincena de los cineastas. En ambos films hay sabiduría cinematográfica -inteligencia narrativa, complejidad conceptual- pero también preguntas acerca del orden del mundo cuando la normalidad se altera de forma inesperada.

El título del film de Panahi –quien por primera vez, después de catorce años de reclusión, pudo salir de su país y presentar personalmente su película en el Grand Théâtre Lumière del festival, ante una ovación interminable- no podría ser más transparente. “Lo que surge como un pequeño accidente desencadena una escalada de consecuencias” se limita a indicar la sinopsis oficial de la película, de un fuerte contenido político, rodada clandestinamente (una constante en la obra del cineasta iraní) y financiada por productores franceses. Una ruta, un auto, una familia: padre, madre, hija pequeña. Es de noche y el conductor parece nervioso, como revela ese bache que hace vibrar el auto y provoca en él una reacción airada. Luego, atropella algo, un perro se dice. “Es un signo”, dice la mujer, revelando su carácter religioso. “Por algo Alá lo puso allí”. La tensión se acumula gracias a un plano secuencia –sin cortes- que escamotea más de lo que muestra. Finalmente, el motor del auto falla y el padre debe recurrir a la ayuda de un forastero llamado Vahid, que lo reconoce inmediatamente no por sus rasgos sino por el ruido sibilante que el conductor hace al caminar con su pierna ortopédica. Está seguro, no puede ser otro: ese hombre es “Pata de Palo”, el torturador que lo hizo padecer atrocidades cuando el régimen lo encarceló por desafiar a la autoridad (la misma suerte que corrió el propio Panahi).

Lo que suceda de allí en más será una concatenación de otros pequeños “accidentes” provocados por el primero. A punto de enterrar vivo a su torturador, Vahid duda. En la cárcel, él siempre estuvo con los ojos vendados. Y con el hombre como rehén en su camioneta va a buscar a antiguos compañeros de prisión, para que lo ayuden a reconocerlo. Un librero lo deriva a una fotógrafa, y ésta a una novia a punto de casarse, incluso con el vestido blanco a cuestas. Todos han sido torturados de los modos más brutales por “Pata de palo”, pero ninguno antes pudo verle el rostro. Las mujeres, en todo caso, dicen poder reconocerlo por el olor de su transpiración, tal es el trauma que ellas –más que los hombres- cargan consigo. Pero, ¿qué hacer? ¿La justicia es acaso posible en Irán? ¿Es válida entonces la venganza? “No somos como ellos”, dice uno. “Enterrarlo vivo es enterrar nuestros ideales”, afirma otra. Las contingencias serán una constante a lo largo del nuevo, estupendo film del director de El espejo, Esto no es un film y No hay osos. Y todas esas eventualidades –como lo sugiere el inquietante plano final, definido por el sonido antes que por la imagen- tienen sus consecuencias.

Al encenderse las luces y después de que el estruendoso aplauso se apaciguara, Panahi hizo un emotivo discurso en el que rindió homenaje a los cineastas que actualmente están encarcelados en Irán, diciendo que sentía cierta culpa al ser liberado de prisión. “Me di la vuelta y vi un muro muy alto. Y detrás de este muro, todos esos otros seres queridos, todas estas personas quedaron detrás de este muro”, dijo. “Entonces me pregunté cómo podía ser feliz, cómo podía sentirme libre, si ellos seguían dentro.”

Y  continuó, con la voz tomada por la emoción:  "Hoy, estoy aquí con ustedes, recibo esta alegría, pero siento la misma emoción. ¿Cómo puedo regocijarme? ¿Cómo puedo ser libre mientras en Irán, todavía hay tantos de los más grandes directores y actrices del cine iraní, que hoy están impedidos de trabajar?" La pregunta quedó sin respuesta. 

Por su parte, Miroirs No. 3, de Christian Petzold, también comienza con un accidente automovilístico. En camino por una ruta provincial, en un rutilante convertible rojo, una discusión entre Laura (la extraordinaria Paula Beer, protagonista de los últimos cuatro films del director alemán) y su novio provoca una distracción, un vuelco y la muerte del hombre. Milagrosamente, Laura resulta ilesa, al menos físicamente, pero hay algo quebrado en su interior que el accidente no hace sino aflorar. ¿Acaso Laura quería “accidentarse”?, se preguntaría el psicoanálisis. No por nada en el prólogo del film, en Berlín, se veía a Laura deambular a orillas del Spree, como si hubiera tenido la intención de arrojarse al agua.

A la manera de un cuento gótico alemán -el realizador de Ondina (2020) suele nutrirse de mitos y leyendas de su país- Laura es rescatada por una mujer mayor, Betty (Barbara Auer), que vive sola, recluida en una casa de campo solitaria y un algo abandonada, un poco como si fuera una “bruja” de los cuentos de los hermanos Grimm. Betty es amable sin ser invasiva y no tiene nada particularmente siniestro, pero sí algo inquietante en su mirada, como si estuviera perdida en el pasado. Esa extrañeza que parece habitar en ambas mujeres hará que se entiendan sin necesidad de hablar demasiado, ni de verse forzadas a contar sus vidas. Sin embargo, bastará que en su recuperación Laura desempolve el viejo piano de la casa y se ponga a practicar la suite de Ravel que le da su título a la película para que surja allí entre ellas una presencia innominada, una suerte de fantasma que comienza a interponerse en la relación entre ambas. No por nada una película anterior de Petzold se llamaba justamente Gespenster (Fantasmas).

Es notable la precisión formal, la economía de medios y la sutileza con las que el director de Cielo rojo (2023) va introduciendo nuevos personajes –el exmarido de Betty, el hijo mayor de ambos- sin que esas presencias alteren el delicado equilibrio entre ambas mujeres. Por el contrario, agregan matices y también, a su manera, pequeños accidentes –la caída de una bicicleta, por caso- que remiten en espejo al gran accidente que funciona como primer motor del film.

Nada es deliberadamente fantástico en Miroirs No. 3, pero como suele suceder con el cine de Petzold –por primera vez en Cannes a pesar de su inmenso talento- por momentos se tiene toda la impresión de que,  a pesar de su realismo, se trata de una película de terror que prefiere no decir su nombre. Tal es su extrañeza y su misterio. 

Suscribite a los newsletters del Grupo Octubre

Conocé todas las opciones del contenido que podés recibir en tu correo. Noticias, cultura, ciencia, economía, diversidad, lifestyle y mucho más, con la calidad de información del Grupo Octubre, el motor cultural de América Latina.

Este es un contenido original realizado por nuestra redacción. Sabemos que valorás la información rigurosa, con una mirada que va más allá de los datos y del bombardeo cotidiano.

Hace 37 años Página|12 asumió un compromiso con el periodismo, lo sostiene y cuenta con vos para renovarlo cada día.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/827306-jafar-panahi-conmociono-al-festival-de-cannes