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Final Destination: Bloodlines, Estados Unidos, 2025
Dirección: Adam Stein y Sam Lipovsky
Guion: Guy Busick y Lori Evans Taylor
Duración: 109 minutos
Intérpretes: Kaitlyn Santa Juana, Brec Bassinger, Teo Briones, Richard Harmon, April Telek, Owen Patrick Joyner, Tony Todd.
Estreno exclusivo en salas.
La saga Destino final es como esos chistes que se cuentan una y otra vez, no importa quien lo haga ni si se lo cuenta bien o mal, pero que siempre consiguen sacar una sonrisa. Eso sí: para reírse con su propuesta hay que ser muy tolerante con el humor negro bien grueso, incluso burdo. Pero una risa es una risa y obtenerla tiene mérito. Las que provoca Destino Final: Lazos de sangre son unas cuantas y ese logro merece ser reconocido. En especial en el ámbito del cine, que suele menospreciar a géneros como la comedia y el terror (la gracia de esta serie también pasa por ahí), relegándolos a una categoría menor. Como si obtener las respuestas emocionales de la alegría o el miedo, y sus expresiones físicas, la risa y el sobresalto, fuera una pavada. No lo es.
Sexta entrega de la serie, Destino final: Lazos de sangre no aporta nada que sea esencial o estrictamente nuevo a este universo que nació junto con el nuevo siglo. 25 años y seis películas después, la cosa sigue siendo más o menos la misma. Tras una catástrofe, un grupo de personas logra salvar su vida de forma milagrosa, pero la muerte siempre regresa para cobrar sus deudas pendientes, matando a los inesperados sobrevivientes uno a uno. La propuesta descansa sobre la idea de la predestinación, es decir, que cada persona nace atada a un recorrido vital que debe cumplir de manera inexorable. Incluida la muerte.
Pero no la muerte como concepto general, como eventualidad que todo ser humano debe enfrentar tarde o temprano. Se trata en este caso de una muerte con día y horarios muy precisos, una agenda de hierro que debe ser cumplida a rajatabla. Cuando eso no ocurre y alguien sobrevive, la muerte hace lo que sea para reparar la falla. Un “lo que sea” que en este caso es literal, dando rienda suelta a la imaginación de los guionistas para coreografiar y poner en escena una colección de muertes que combinan el humor negro con el humor físico, unidos por recursos como el gore y el splatter, convirtiendo a cada película en un catálogo de desmembramientos, disecciones y destripes.
Como sus predecesoras, Destino final: Lazos de sangre se alimenta de ese miedo a la muerte y de sus encarnaciones más atroces. Pero también juega de forma abierta con la idea de que un piano desplomándose sobre la cabeza de alguien puede ser una situación graciosa, un gag que logra releer y arrastrar hacia la comedia aquello que en principio le pertenece a la tragedia. Eso es lo que viene haciendo la saga desde hace un cuarto de siglo: defendiendo el derecho cinematográfico de clavar la bandera de la comedia tras las líneas enemigas. De la película no se puede decir mucho más. Es básica y conservadora, en tanto no se aparta ni un milímetro de una propuesta que ya acumula seis entregas. Pero si uno tiene ganas de reírse y el estómago para aguantarlo, cumple.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/825663-destino-final-lazos-de-sangre-la-muerte-y-la-risa-de-la-mano
