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"Fracasa mejor", la conocida paradoja de Samuel Beckett, puede ser rastreada en los personajes y situaciones de toda la obra del autor irlandés. Pero donde este imperativo aparece explícito es en Worstward Ho!, de 1983, el penúltimo de sus escritos. El actor Pablo Finamore acaba de estrenarlo en Moscú Teatro (Juan Ramirez de Velasco 535) con traducción propia. Así, Rumbo a peor, texto que aparte de parecer imposible de ser memorizado conlleva todas las dificultades que presenta algo no escrito para ser llevado al teatro, le brinda al actor una oportunidad de vencer un desafío. "Sí, es un parlamento endemoniado –confirma Finamore en diálogo con Página|12–, pero atravesar esos vertiginosos 81 párrafos es muy emocionante", destaca. Y explica las razones: "Es un acontecimiento que pasa en el cuerpo y en el pensamiento".
Beckett saltó a la fama (muy a pesar suyo, a causa de su proverbial retraimiento) cuando en 1954 se estrenó la polémica Esperando a Godot. Autor de una profusa obra narrativa y lírica, él mismo se encargó de aclarar que fue a partir de la década de 1950 cuando supo que había encontrado su personal modo de expresión: "Caí en la cuenta de mi propia idiotez, sólo entonces empecé a escribir lo que sentía". Desde entonces, sus textos comenzaron a poblarse de personajes privados de voluntad o, a la inversa, de seres dotados de un voluntarismo desmesurado, pero sin mucho para hacer. En sus obras, dúos de clowns poco ortodoxos (Pozzo y Lucky, Mercier y Camier, Neil y Nagg) ocupan la escena para desarrollar diálogos que pueden parecer deshilvanados, entrecortados por enigmáticos silencios. Pero en caso de que al espectador de Rumbo a peor le cueste encontrarle un vector de organización, Finamore aconseja dejarse llevar por la cadencia como si se tratase de un poema.
Con el título de Worstward Ho! (literalmente sería ¡Ey, vamos hacia lo peor!), Beckett hizo una parodia de una novela de 1855, ¡Westward Ho! (¡Ey, vamos al oeste!), en la que su autor, Charles Kingsley, se refiere al pregón de los barqueros que en los márgenes del Támesis indicaban la dirección de su viaje a sus potenciales pasajeros. A la vez, este autor hace referencia a un texto del Siglo XVII que alertaba sobre los inconvenientes derivados de la expansión de Londres hacia el oeste. En los tres textos también se alude a Noche de Reyes, donde Shakespeare pone la frase en boca del personaje de Viola. En cuanto a la breve novela de Beckett, al musicalizarla, el pianista británico John Tilbury opinó que su texto es "una deconstrucción de la gramática y la sintaxis del inglés con una extrema economía de palabras, muchas de las cuales son monosílabas".
Hace 7 años, a Finamore lo iba a dirigir Facundo Ramírez, pero por diversas razones no fue posible. Hoy lo acompañan Leandra Rodríguez y Nicolás Diab, ambos con experiencia en el teatro de Beckett, capaces de asistir al actor en cuanto a la mejor forma de ocupar ese espacio semivacío. Por su parte, el vestuario de Daniela Catz le aporta al personaje "un toque marginal para dialogar con el presente desde la imagen", según explica el intérprete.
-¿Cómo se te ocurrió llevar este texto a escena?
-Hace años recibí como regalo de cumpleaños el Pequeño manual de inestética, de Alain Badiou. En el capítulo 9 está desmenuzado el texto de Rumbo a peor. Lo analiza como un sistema de pensamiento que se despliega en un dispositivo mínimo con cuatro temas conceptuales centrales: el decir, el ser, la existencia y el pensamiento.
-¿Quién es el que emite ese discurso?
-Para mí es un narrador quien despliega este texto que, aunque te mete en una zona abismal, te dice que podés ir más allá del error en un mundo que nos presiona todo el tiempo para que produzcamos en forma efectiva.
-¿Es un espectáculo para especialistas?
-El texto es entreverado y profundo. Pero también es sencillo porque las palabras significan lo que dicen. Por eso no hay que ser un académico para entenderlo; al contrario, hay que dejar de lado lo intelectual y adentrarse en el ritmo y la cadencia. Y dejarse llevar por una experiencia teatral que puede resultar asombrosa.
-Hay críticos que observan que el humor de Beckett no siempre es comprendido…
- Este texto habla sobre la capacidad de resiliencia. A mí, al menos, me da ganas de vivir. La idea de Beckett sobre el fracaso no es pesimista. Habla de la posibilidad de abismarse al error y crecer desde la equivocación.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/821055-una-experiencia-que-puede-resultar-asombrosa