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Pasó un siglo del nacimiento de Eduardo Rovira, uno de los músicos más tenaces y acaso menos reconocido del tango. El 30 de abril cumpliría 100 años, el bandoneonista, compositor y director que terminada la gloriosa temporada de las orquestas puso en acto la idea de llevar el tango de los pies a la cabeza, del baile sensual a la escucha atenta. Hace diez años, en Bélgica, lejos de los suburbios de Lanús donde Rovira había nacido en 1925, un contrabajista argentino emigrado, Ariel Eberstein, formó Sónico, un quinteto que además de tomar el nombre de uno de sus discos emblemáticos –que durante décadas fue el eslabón perdido de la vanguardia del tango– contribuyó al redescubrimiento definitivo de su obra.
El miércoles 23 a las 14, en la Sala Argentina del CCK, en el marco de la 64° temporada de Conciertos del Mediodía del Mozarteum, Sónico presentará “100 años de Rovira: Una celebración de lo desconocido”, el repaso de un momento crucial en la producción del bandoneonista. “Esta vez queremos centrarnos en dos de los discos más emblemáticos de Rovira: Sónico (1969) y Que lo paren (1975)”, comenta Eberstein a Página/12. “Es un repertorio que marca el punto más maduro de su carrera, donde se mezclan elementos del jazz, la experimentación electrónica, la música de cámara y una mirada muy introspectiva sobre el tango. Es una música exigente, tanto para quien la interpreta como para quien la escucha, pero también profundamente emocionante”, agrega el contrabajista.
Lysandre Donoso (Francia), en bandoneón; Stephen Meyer (Estados Unidos) en violín; Alejandro Schwarz (Argentina) en guitarra e Ivo De Greef (Bélgica) en piano completan el quinteto que llega a Buenos Aires tras una gira por Santiago de Chile, San Juan, Córdoba y Río Cuarto, y que después del concierto para el Mozarteum se quedará en la capital argentina para grabar un nuevo disco en el Estudio Doctor F. “Esta gira es un recorrido por ese repertorio de Rovira y al mismo tiempo un viaje con una gran carga simbólica. Volvemos al país en el que Rovira vivió, pensó, se frustró y creó. Volver a su tierra con su música en el centenario de su nacimiento, tiene para nosotros una carga emocional y artística enorme. Por eso también nos pareció importante grabar acá, con esta música, nuestro quinto disco que se va a llamar Rovira 100”, continua Eberstein.
El músico cuenta que descubrió la obra de Rovira por casualidad hace más de diez años. “En un momento de crisis personal y profesional buscaba nuevos desafíos, y llegó a mis manos el disco Sónico, que enseguida me impactó por su valentía estética. Era la música de un compositor que no temía romper con lo establecido. No entendía cómo alguien con esa potencia artística podía estar prácticamente olvidado. Esa injusticia me conmovió profundamente”, relata Eberstein. “Poco después, en el Festival de Tango de Bruselas, me encontré a Stephen (Meyer, violinista) y Lysandre (Donoso, bandoneonista) y les plantee la idea de tocar la música de Rovira. Enseguida encontramos otros músicos y pudimos armar un grupo con los que compartimos algo más que devolverle a Rovira un lugar en la historia. Compartimos una ética, una manera de ver el arte como herramienta de memoria y transformación”, destaca Eberstein.
–En los dos volúmenes de The Edge of Tango, los últimos discos de Sónico, interpretan, además de Rovira, la música de Astor Piazzolla. ¿En qué coinciden y en qué contrastan, según tu parecer, las miradas de Rovira y de Piazzolla sobre el tango y su vanguardia?
–Cada uno a su manera, ambos fueron revolucionarios. Piazzolla abrió una puerta con mucha fuerza, redefiniendo el tango a través de estructuras más clásicas, influencias del jazz y una fuerte presencia melódica. Rovira, en cambio, fue más radical en lo formal y en lo conceptual. Se aventuró con la dodecafonía, con la fragmentación, con una expresividad que a veces roza lo cinematográfico. Mientras Piazzolla logró establecer una nueva norma en la que se detuvo, Rovira fue un laboratorio permanente.
–Después de varios años de reivindicar y mostrar la música de Rovira por Europa y América latina. ¿Cómo sentís que se lo considera en la actualidad?
–Creo que Rovira empieza a ocupar el lugar que merece. Cuando comenzamos con Sónico, su nombre apenas circulaba, incluso entre músicos de tango. Hoy su obra es empieza a ser reivindicada. Posiblemente nunca entrará en el mainstream del tango, pero su figura ya no puede ser ignorada. Las más de cien notas de prensa que hicimos en América latina en los últimos años, los festivales a los que nos invitan, las colaboraciones de Sónico con orquestas como la del Ballet de Vlaanderen o la Filarmónica de Bruselas, son señales de que el interés por su obra crece día a día.
–¿Qué faltaría para una reivindicación definitiva?
–Creo que estamos en un punto de inflexión. Durante muchos años, Rovira fue apenas una nota al pie en la historia del tango. Hoy, gracias al trabajo de investigación, grabación y difusión que hicimos con Sónico y con el aporte de críticos, músicos, periodistas y gestores culturales, Rovira vuelve a ser nombrado. Su nombre ya no está ausente en las conversaciones sobre la vanguardia del tango. Pero ojo, todavía falta mucho. Su obra todavía no se estudia en profundidad en los conservatorios, no está publicada en ediciones críticas y no hay aún una biografía definitiva. De todas maneras la reivindicación está en marcha. Rovira está saliendo de las sombras, y lo está haciendo con una fuerza inesperada.
-En esta gira por América Latina van a grabar un disco, con música centrada en dos discos del Rovira "maduro": Sónico y Que lo paren...
-Sí, es un momento muy especial para nosotros luego de 10 años de trabajar sistemáticamente sobre la obra de Rovira. Sónico y Que lo paren muestran un Rovira en plenitud, con una escritura compleja pero emocionalmente poderosa. En Sónico, Rovira encontró inspiración en el trío de jazz, adentrándose en sonoridades que nos hacen viajar a esa psicodelia de los '70. Cabe destacar su innovativa utilización de pedales en piezas como “Azul y Yo”, “Bobe” o “Ritual”. Que lo paren, en cambio, tiene una energía muy diferente, en un formato de cuarteto Rovira se adentra en una estética de música de cámara. Para nosotros es un honor traer estos discos de vuelta, con una nueva mirada pero respetando su esencia. Grabar estos dos discos no es solo un acto de homenaje sino también una forma de traer al presente una música que sigue siendo incómoda, que sigue desafiando a quienes la escuchan. Y hacerlo en Buenos Aires, en el marco de una gira por Latinoamérica, es cerrar un círculo: devolverle a Rovira su lugar en su tierra, pero también proyectarlo hacia el mundo.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/819781-sonico-regresa-a-buenos-aires-para-celebrar-los-100-anos-de-