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Liliana Vitale publicó su disco debut hace 40 años. Ese del llamativo nombre Mamá, deja que entren por la ventana los siete mares, en el que la cantora interpretó canciones de su compañero y maestro Alberto Muñoz. Diez años para acá, sobrevino Mujer y argentina, trabajo en que se dejó acompañar por su hermano Lito y la yunta terminó en un premio ACE en el rubro “Mejor álbum de tango”. Y hace dos décadas le tocó parir Al amparo del cielo, disco que, entre otras cosas, muestra su faz compositora en la canción epónima. Redondez temporal perfecta, pues, para que se le haya ocurrido conmemorar la tríada disquera a cuarenta, treinta y veinte años de cada opus editado. “Cada uno de estos trabajos es la consumación de un cambio de estado, una toma de posición, un compromiso en la voz, en la palabra, en la música, y en la performance”, engloba Vitale, que mostrará partes esenciales de cada disco cumpleañero este sábado 12 de abril a las 21 en Pista Urbana (Chacabuco 874), acompañada por el pianista Alejandro Manzoni. “Particularmente, tenía ganas de bajar un cambio y concentrarme en el trabajo vocal que me está haciendo recuperar sonidos que creí perdidos, y luego ¡me di cuenta de los aniversarios redondos! La maravilla de ir por donde fluye en este presente tan incierto, te lleva adonde se puede ir”, refuerza.
-¿Y adónde se puede ir volviendo sobre Mamá, deja que entren por la ventana los siete mares, tu primer disco solista?
-A canciones que no perdieron vigencia, poesía y misterio… Siento que Muñoz sigue siendo inmortal. Elegí traer "Mamá...", "La última jirafa" y "Cuando se ponga mansa la Luna", porque representan un grito de liberación personal en medio del fervoroso momento de comienzos de la democracia. También un salir del cascarón al mundo y chocarse con la forma que el mundo quiere que adoptes.
De Mujer y argentina, en tanto, Vitale recreará sus particulares versiones de “Carabelas de la nada” (Fito Páez), “El último café” (Héctor Stamponi y Cátulo Castillo) y "Chau, no va más" (Homero y Virgilio Expósito), “una maravilla de música y filosofía”, según ella. “Veo verdad y dolor en Mujer y argentina. Es como una nueva apuesta a vivir del canto y la aceptación de mi lengua materna. Pero también veo la falta de profesionalismo y el esfuerzo vocal que me llevaría al segundo retiro voluntario de la profesión de cantante”, evoca del disco en cuestión.
-A propósito, ¿cómo te sentís en tanto mujer, y en tanto argentina, en esta Argentina extraña de hoy?
-A ver, cuando grabé Mujer y argentina no tenía para nada la mirada que tengo hoy sobre los condicionamientos y el género. Mi generación vivió con naturalidad una cantidad de cosas en las que hicimos, de mínima, la vista gorda. Hoy veo esos mecanismos de sobreadaptación y agradezco cómo las nuevas generaciones nos sacaron una venda de los ojos. Pienso que el dolor que exorcizan esas canciones también forma parte de un patrón de vínculos destinados al sufrimiento y la pérdida. Esos temas están también transicionando en este presente discontinuo. Vendrán nuevas formas, no podemos aislar la Argentina del mundo… Estamos en un cambio planetario: las olas suben y luego bajan.
-¿Y en qué estadio de esa marea persistente e interminable te agarró Al amparo del cielo, el tercer disco que vas a revivir?
-En el momento que empiezo a componer y este disco resulta de ello. "Al amparo del cielo" es además una canción que quiero especialmente porque creo que no es mía… bajó y la atajé. Por lo demás, el disco está integrado por un ramillete de canciones propias y ajenas que logré producir a mi modo y a mi tiempo, con los músicos del corazón e invitados especiales, mientras recuperaba la salud de mi voz y de mi alma. Sigo encontrándome en este material lleno de ganas de volver a amar y a creer.
De Al amparo del cielo, la cantora y docente piensa recrear también “Corazón de luz y sombra", de Jorge Fandermole, y "Animal tierno y fácil", de Horacio Fontova. “Me pasa en general que al sumergirnos en cada canción hay mucho que se cae de maduro, ni rebeldía ni respeto… lo que manda es la canción”, responde ella, ante la pregunta de cómo abordará las versiones. “El respeto está en la música, los acordes correctos y los tiempos en su lugar. En ese sentido, siento que hago mejor las cosas que de jovencita, donde la rebeldía a veces se llevó puesto lo que debe respetarse, como el tempo y la armonía que eligió el compositor. Desde ahí, por supuesto, todo puede descantarse, trastocarse, reinventarse”.
-¿Cómo sería reinventarse, pero en medio de este contexto cultural, político y económico?
-Lo más difícil de todo es convivir con esa gran mayoría de la población que está hace años, y más últimamente, sin comida ni casa ni herramientas para procurarse una vida digna. Ese costo es para toda la sociedad una herida que no para de sangrar. Por eso "cantar y amar desde un huerto manual en mis hermanos", como decía Miguel Abuelo. En esa intimidad donde no se puede mentir, el cuerpo a cuerpo es la contraofensiva más poderosa frente a la falta de verosímil en lo que llamamos realidad. Mientras a cada momento se intensifica la incertidumbre, transicionando las formas de la vida en sociedad, hay que encontrar refugio. Que el fin de este mundo nos encuentre amando, afinados y a tiempo para poder ser parte del que viene.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/817475-liliana-vitale-que-el-fin-de-este-mundo-nos-encuentre-amando