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4/4/2025

La guerra comercial de Donald Trump llega al audiovisual

El nuevo escenario mundial puede llegar a arrastrar a los gigantes tecnológicos y a la industria del cine y la televisión a la guerra arancelaria.

Donald Trump con uno de sus embajadores en Hollywood, Sylvester Stallone. 
Donald Trump con uno de sus embajadores en Hollywood, Sylvester Stallone. 


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Preocupación en el cine y la televisión europea

La guerra comercial de Donald Trump llega al audiovisual

El nuevo escenario mundial puede llegar a arrastrar a los gigantes tecnológicos y a la industria del cine y la televisión a la guerra arancelaria.

La guerra comercial que en las últimas 48 horas ha declarado el presidente estadounidense de Donald Trump y que está provocando –a la manera de un elefante en un bazar- un cataclismo en la economía mundial también amenaza con afectar la industria audiovisual, en particular la europea, que ya está en estado de alerta. “Estamos desconcertados por lo impreciso del anuncio por el momento”, declaró al portal especializado Screen International (con base en Londres) Juliette Prissard, delegada general de la asociación de productores de cine y televisión de Francia, Eurocinema. Un comunicado de la Confederación de la Industria Británica, organización empresarial del Reino Unido, resumió el sentir general: “La situación sigue siendo muy inestable y estamos preparados para nuevos acontecimientos en los próximos días y semanas. Estos acontecimientos, sin duda, afectarán el grado en que las empresas se vean impactadas”.

Por ahora, los aranceles de Trump se aplican a los bienes físicos que ingresan a los Estados Unidos. No se extienden a los servicios, que incluyen la venta de películas y programas de televisión. “El alcance se limita a los bienes, no a los servicios”, confirmó Prissard. Pero igualmente hay muchos nubarrones de tormenta en el horizonte. Un temor clave para la industria internacional del cine y la televisión es que la guerra comercial podría intensificarse si los países afectados -desde los de la Unión Europea hasta Canadá y Australia- intentan tomar represalias con sus propios aranceles a los servicios estadounidenses. Esto corre el riesgo de arrastrar a los gigantes tecnológicos y a la industria del cine y la televisión a la guerra arancelaria.

Por cierto, Trump ha expresado públicamente su inquietud por el hecho de que las plataformas de streaming estadounidenses se vean obligadas a invertir en producciones locales en Europa como resultado de la directiva de la UE denominada Audiovisual and Media Services (AVMSD). En un memorando publicado en febrero, la Casa Blanca identificó una serie de “prácticas desleales” (según el gobierno de Trump) que afectan a las empresas estadounidenses. Ese memo se focalizaba en gran medida en las regulaciones y gravámenes impuestos a los gigantes tecnológicos estadounidenses como Apple, Meta, Google, Amazon y Microsoft. Pero incluía una clara referencia a la legislación que “obliga a los servicios de streaming estadounidenses a financiar producciones locales” en muchos países del mundo. La Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA por sus siglas en inglés), que representa a los principales estudios y plataformas de streaming estadounidenses, también se ha quejado públicamente de las obligaciones financieras que enfrentan sus miembros en Europa.

Ese párrafo del memorándum oficial ya alarmó en febrero a muchos en la industria cinematográfica y televisiva europea. Y ahora, en virtud de los nuevos acontecimientos, esa preocupación se agiganta. Unos 14 países europeos, entre ellos Francia, Dinamarca, España e Italia, han impuesto hasta la fecha obligaciones financieras a las plataformas de streaming, lo que ha provocado un aumento significativo de la financiación para películas y series de televisión locales. Fuera de Europa, países como Canadá también exigen que las plataformas de streaming financien producciones locales, mientras que Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, Tailandia y Corea del Sur están considerando hace tiempo planes al respecto. En el Reino Unido, el British Film Institute también está realizando un estudio sobre el impacto que podría tener en la producción nacional un impuesto a las plataformas de streaming.

Del otro lado del Atlántico, Trump expresó más de una vez su deseo de abordar la fuga de inversiones en el sector audiovisual y hasta llegó a nombrar –cuatro días después de haber asumido la presidencia, en enero pasado- a tres “embajadores” en Hollywood: Sylvester Stallone, Mel Gibson y Jon Voight. “Ellos serán mis enviados especiales para que Hollywood, que ha perdido muchos negocios en los últimos cuatro años en el extranjero, ¡REGRESE MÁS GRANDE, MEJOR Y MÁS FUERTE QUE NUNCA!”, señaló en uno de sus habituales posteos gritados en su cuenta de X. “Estas tres personas tan talentosas serán mis ojos y oídos, y haré lo que me propongan. Volverá a ser, como los propios Estados Unidos de América, ¡la época dorada de Hollywood!”

Redoblando los tambores de guerra, la semana pasada, en el marco del Festival Séries Mania, el francés Olivier Henrard, subdirector general del Centre national du cinéma et de l’image animée (CNC) advirtió públicamente que Europa debería esperar un enfoque mucho más agresivo hacia el sector audiovisual europeo por parte de los Estados Unidos. En Francia, donde las plataformas de streaming deben invertir un mínimo del 20% de sus ingresos netos franceses en obras europeas, Disney+, Netflix y Prime Video invirtieron 866 millones de euros entre 2021 y 2023 como parte de sus obligaciones. Henrard afirmó que Europa tendría que reaccionar de forma colectiva: “Europa deberá mostrar su unidad en este tema, al igual que en otros; de lo contrario, corre el riesgo de desmoronarse”, declaró Henrard. “También estoy convencido de que Europa deberá asumir que su sector audiovisual se basa en la regulación y se beneficia de ella”. ¿Por qué debería reaccionar Europa? “Porque las obras audiovisuales no son meros bienes y servicios”, afirmó Henrard. “Son clave para moldear nuestra imaginación, fortalecer el sentido de pertenencia a nuestras culturas europeas y promover nuestros países y sus valores en el extranjero, nuestro poder blando. Las obras audiovisuales también son un importante motor económico, creando empleo y valor”.

¿Y por casa cómo andamos? En la medida en que el gobierno de Javier Milei tiene virtualmente paralizado al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), parecería que por acá no hay mucho de qué preocuparse. Casi no hay rodajes en marcha y las películas nacionales ya finalizadas –como las que en estos días se pueden ver en el Bafici- están libradas a su propia suerte. Tampoco, hay que decirlo, las plataformas extranjeras fueron gravadas en su momento con ningún tipo de impuesto para favorecer a la producción local, como tantas veces el sector audiovisual se lo pidió al gobierno de Alberto Fernández, una oportunidad desaprovechada por las gestiones de Luis Puenzo y Nicolás Batlle al frente del Incaa y de Tristán Bauer en el Ministerio de Cultura. Si Netflix hoy produce cine y series argentinas (como Atrapados y la inminente El Eternauta) es simplemente porque le conviene, en tanto hay talento argentino que puede rendir a nivel internacional. Pero un pequeño puñado de producciones al año –cuyo copyright ni siquiera queda en el país- no puede suplir a una política audiovisual sustentable en el tiempo. 

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/815726-la-guerra-comercial-de-donald-trump-llega-al-audiovisual