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“Toqué en Buenos Aires al menos dos veces. Si recuerdo vagamente lo que pasó, no tiene que ver con la ciudad, sino con mi mala memoria”, explica Jon Spencer al otro lado del zoom. Este mítico alquimista del blues, capaz de mimetizarlo con géneros musicales como el rock, el punk, el noise y el garage, retorna este martes 1° a la capital argentina, aunque en esta ocasión sin la banda con la que instaló su culto: Jon Spencer Blues Explosion. Tras su debut porteño en 2001, en Cemento, y su reincidencia en 2011, en Niceto Club (Niceto Vega 5510), donde volverá a actuar esta vez, a partir de las 20, el músico estadounidense viene con nueva formación y con flamante álbum solista, Sick Of Being Sick! (2024). “Lo que sí sé es que pasó mucho tiempo desde que estuve ahí. Así que tengo muchas ganas de volver”, dispara.
-Si bien el último disco de Jon Spencer Blues apareció hace diez años, ¿es un hecho que la banda no existe más?
Sí, es un hecho. Por más que queríamos que el grupo siguiera existiendo, hubo varios factores que influyeron en su disolución. Y ninguno de ellos tuvo que ver con la falta de entusiasmo. Quizás el más determinante tuvo que ver con la enfermedad de Judah Bauer (el otro guitarrista de la banda, así como vocalista ocasional, quien padece de problemas respiratorios agudos), al punto de que nos impidió girar. Eso nos puso muy tristes a todos. Era imposible seguir si no estábamos los tres, porque cada uno era una pieza esencial.
-¿Cómo será el show que presentarás en esta ocasión?
-Al igual que con BluesExplosion, me presentaré en formato de trío, con Kendall Wind en bajo y Macky Bowman en batería. Tocaremos canciones de mis proyectos Blues Explosion, The Hitmakers y Pussy Galore, así como algunas propias, entre las que están las del disco que grabamos juntos. Será un recital de rock and roll muy emocionante, intenso, apasionado y sudoroso.
-¿Por qué decidiste mantener el formato de trío para esta etapa?
-Creo que es más simple. Con un trío podés improvisar un repertorio, que es lo que más me gusta, porque es un formato ágil. Te permite cambiar las cosas sobre la marcha, mientras estás en escena. Es parecido a la máxima de “menos es más”, porque cada instrumento tiene su propio territorio y espacio. Esto permite que crear música y tocarla en vivo sea un poco más fácil.
El cantante, compositor y guitarrista de 60 años conoció a sus actuales compañeros de ruta en 2020, durante la producción del segundo álbum de estudio de la banda de la que forman parte, The Bobby Lees: enfants terribles del punk rock que en los últimos años comenzó a llamar la atención desde la población de Woodstock, de donde es originaria. “Hace rato que quería trabajar con ellos porque son grandes músicos y por suerte me llamaron para que les produjera su disco Skin Suit”, evoca el artista. “No solo tienen una gran habilidad y dominio de sus instrumentos sino que también tienen una energía tremenda, son muy entusiastas; están abiertos a la experimentación y a nuevas experiencias, y son muy trabajadores. Y además son gente muy agradable, amable y dulce”.
-¿Cuándo pusiste a prueba esta sociedad?
-Mis colegas Samantha Fish y Jesse Dayton estaban de gira, y, para hacer más atractivo esta especie de paquete turístico, me propusieron sumarme. Como The Hitmakers y Blues Explosion se habían terminado hace mucho tiempo, se me ocurrió convocar a Kendall y a Macky. Ella es una bajista increíble, así que le pregunté si le interesaba tocar conmigo y me dijo que sí. Necesitaba también a un baterista y le comenté que tenía ganas de llamar a Macky, a lo que ella me contestó: “Deberías preguntárselo a él”. Una de las ventajas de trabajar con ellos es que ya tienen un lenguaje musical común, porque han tocado en The Bobby Lees durante varios años y se conocen de Woodstock. Demostraron ser muy sólidos como sección rítmica.
-Generalmente a tus proyectos les ponés nombres grupales. ¿A qué se debió que en esta ocasión se juntaran en torno a tu nombre de pila?
-Este proyecto lleva mi nombre porque yo compuse todas las canciones, aunque en vivo los tres nos comportamos como un grupo de rock and roll. Mientras más tocamos, más crecemos, evolucionamos y me gusta cómo sonamos. Desarrollamos un mismo lenguaje, a partir de la interacción que venimos teniendo. Así que estoy muy feliz de tocar con Kendall y Macky, lo disfruto un montón.
-¿Cómo se llevaron en la grabación de Sick Of Being Sick!?
-Tras terminar las composiciones, las ensayamos mucho y luego las tocamos en vivo en algunos recitales. Cuando sentí que ya estábamos listos, nos metimos a grabar en un estudio en Woodstock. Lo hicimos todo el mismo día, lo que me dio tiempo para meter algunas cosas más al día siguiente y mezclarlo durante el tercer día. Si bien el disco se hizo muy rápido, mi intención no era tener una producción demasiado recargada ni sofisticada sino hacer un algo rápido que sonara bien. Y creo que suena bien. Es un disco muy estricto, crudo y potente.
-Es una vuelta a las raíces del rock. ¿Qué lo inspiró?
-Supongo que los problemas y las preocupaciones. Estas son canciones que escribí yo y que provienen de mi experiencia personal. En cierto sentido, son canciones de blues. Tenía un amigo guionista de comedia que, como otros comediantes, sufre de depresión. Me gusta hablar con él, es mi amigo y siempre me anima a escribir, me anima a hacer esto como una forma de salir de mi depresión, de lidiar con mi tristeza y de expresarme. Es lo que me inspiró a recurrir a esta energía poderosa y a tener ese deseo de ejercerla en esta etapa de mi carrera. Además de mi ansiedad, acá le cantó a algunas esperanzas y a los sueños. Así que podés decirles a todos que Jon Spencer está recuperando la lucha, el espíritu y el rock and roll.
-¿Sentís que esa visceralidad y crudeza también responden a esta época ideológica y políticamente tan oscura del mundo?
-Antes que vivir en este mundo oscuro, el disco responde a vivir en un cuerpo oscuro o en mi mente oscura. Viene más de un espacio interior. Me parece que estas ocho canciones sintetizan bien ese estado de ánimo, aparte de quería que sintiera ese espíritu introductorio hacia un nuevo proyecto. Por eso no es un disco largo, sino corto y agresivo.
-Mientras vos hablás de esperanza, Trump da rienda suelta a su locura.
-Trump y Musk son personas horribles: no sólo codiciosas y desalmadas, sino también racistas. Una de las pocas cosas buenas que hizo Estados Unidos fue el rock and roll, es una forma de arte verdaderamente nuestra y uno de los pocos regalos que le dimos al mundo. El rock and roll fue creado por gente como Little Richard, que era una drag queen extravagante, un hombre bisexual, un freak. La diferencia fue lo que nos hizo grande como país: diferentes culturas, diferentes ideas y diferentes tipos de personas conviviendo juntas. Y es lo que permite que una sociedad sea buena e interesante. Por eso me perturba lo que pasa en mi país, tengo el corazón roto; pero estoy enojado y lucho como puedo.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/814729-jon-spencer-promete-rock-and-roll-apasionado-intenso-y-sudor