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Hay que sumergirse en las magníficas esculturas sonoras de Juan Sorrentino y en las sutiles orillas hechas con telas rasgadas de Carla Beretta, en Herlitzka & Co., para sentir el latido del Paraná en el cuerpo. Este río es clave para el desarrollo de las obras y las vidas de estos singulares artistas.
La obra de Sorrentino, nacido en Chaco, incluye esculturas, performance, instalación, vídeo, fotografía y grabación que exploran conceptos vinculados al lenguaje visual, al contexto poético y a la imaginación colectiva. Es conocido por sus trabajos realizados con ladrillos, azulejos, metales y polvos en interacción con motores industriales y sonidos de baja frecuencia. En sus obras, el sonido no se limita a lo que puede percibir el oído humano, sino que también incluye otras experiencias más físicas como la vibración sísmica y los temblores.
Sorrentino es licenciado en Composición por la Universidad Nacional de Córdoba y tiene un postgrado en tecnología y video obtenido en Barcelona. Es director de la residencia Monte, ubicada en Colonia Benítez, Chaco. Y ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Además, su obra forma parte de colecciones públicas y privadas.
LA VIBRACIÓN COMO MATERIA
“Yo pienso en vibraciones. Mi mundo es el mundo de las vibraciones sonoras”, dice Sorrentino mientras recorre las salas de la galería. “Polvareda”, una impactante escultura sonora hecha con un cubo de vidrio, contiene arcilla en polvo y un parlante, cuya vibración a distintas frecuencias desplaza el polvo y genera una nube en constante transformación. Con esta escultura sonora, Sorrentino explora las propiedades físicas de las ondas sonoras para generar movimiento. Es decir, en sus obras el sonido deviene una variable escultórica más.
En “Por el río volveré”, sumerge al espectador en la atmósfera del delta del Paraná. La obra está integrada por dos conos hechos con arcilla terracota del río que tienen impresos el punto de escucha; es decir, la posición donde se grabó el sonido que emiten los parlantes, sus coordenadas. Son muy bellos los paisajes sonoros en sala, que van creando una especie de foto sonora, un registro poético de dos lugares distintos dialogando en una misma sala. “El paisaje sonoro puede durar un minuto, dos minutos, diez segundos o veinte horas. Acá hay dos paisajes que se van sucediendo. Uno es el que tiene un código que fue grabado en Chaco y el otro tiene un código que está al costado que fue grabado en Buenos Aires. Es decir, son dos puntos de escucha del río Paraná”, apunta el artista.
Ante muchas de las piezas de Sorrentino, la experiencia es eminentemente corporal. Eso ocurre, por dar un ejemplo, ante su muro, que integra la actual exhibición “Lo que la noche le cuenta al día” en el Museo MAR, de Mar del Plata. El cuerpo siente las vibraciones de una pared que se va quebrando con la frecuencia del sonido. “Esa pared necesita una cantidad de sonido, una potencia para poder romperse, que también incide en cómo se escucha a través el cuerpo, vibrando con él. Entonces ahí hay una cuestión también de relación con lo físico, un concepto que involucra al cuerpo y al sonido”, dice Sorrentino.
RÍO OSCURO
En la sala hay una pieza escultórica audiovisual que estremece. Fue un encargo de la Bienal de Imagen en Movimiento por los cuarenta años de la dictadura en nuestro país. El artista, cuyos padres fueron presos políticos y su tío está desaparecido, tiró desde un avión diferentes cámaras que grabaron el recorrido que experimentaba una persona durante los vuelos de la muerte, en la última dictadura cívico-militar. “El último paisaje” es un video que puede verse en sala junto con una réplica del dispositivo (un paracaídas con una boya) que el artista usó para lanzar las cámaras al río y luego poder encontrarlas. Sorrentino arrojó cinco cámaras desde un avión y las rescató, gracias al sistema de boyas que ideó previamente. Con las filmaciones vertiginosas de una de ellas, editó el video que puede verse en sala.
“Primero se ve un plano negro, que es el plano de la cámara vendada en el avión. Después le saco la venda, pongo la cámara afuera del avión y la suelto”. Hacer esta pieza audiovisual no resultó tarea sencilla para el artista: a la arriesgada posición en la que tuvo que ponerse para lanzar las cámaras perpendicularmente al río, se suma la participación del equipo de personas en lanchas que estaban viendo dónde caían las cámaras para recuperarlas rápidamente y ver si efectivamente habían grabado o se habían dañado al caer.
Los sonidos de las distintas piezas de Sorrentino se mezclan: es un ensamble potente. A la geometría sonora de Sorrentino, se oponen las orillas ondulosas, suaves, de Beretta, quien presenta una serie de telas que a veces parecen composiciones pictóricas o papeles que a simple vista se asemejan a textiles. Crea potentes paisajes abstractos, donde también está presente la inquietante quema de los humedales.
SABIDURÍA ORIGINARIA
Oriunda de Rosario, Beretta estudió en la Escuela Provincial de Artes Visuales Manuel Belgrano de esa ciudad y cursó la licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe. Completó su formación con cursos y estudios libres de dibujo, pintura, técnicas gráficas y fotografía en diversos talleres de Rosario y Buenos Aires. También realizó residencias y clínicas de obra con artistas y críticos en centros e instituciones especializados. Participó en numerosas exposiciones y salones.
El río siempre está presente en su producción. Inspirada en la poética de Juan L. Ortiz, su obra se denomina “Susurros de orillas”. “Las orillas van susurrando diferentes cosas. Si bien el paisaje está calmo, está bien, una mañana o una noche en el río, a veces, por la acción del hombre las orillas se ven quemadas, modificadas. Mueren animales y especies del Paraná, que a su vez necesitamos nosotros para la vida. A veces me planteo cómo no entendemos lo que entendían tan bien los pueblos originarios acerca de vivir en paz y venerando el río, respetando su ecosistema y tomando todas las cosas que la naturaleza les daba”, dice la artista. Sus orillas son suaves, se superponen formando un entramado tridimensional.
Marcos Benítez, artista invitado a la exhibición, presenta unas telas-sudarios que condensan los rastros de árboles que abrazó y protegió. Desde hace años, Benítez investiga cuestiones referidas a la vegetación.
Nacido en Asunción, es un artista visual contemporáneo de Paraguay. Desarrolla una obra en la frontera entre tradiciones académicas del arte moderno paraguayo, y las expresiones contemporáneas y populares. Su producción de gráfica, sus objetos, videos e instalaciones dialogan con el arte popular paraguayo desde una perspectiva conceptual y mediante un acercamiento a prácticas situadas. Ganó diversos premios.
“En AÓ/Proyecto Herbolario, se atraviesan las líneas de deforestación, territorio y productividad de forma puntual, según cuenta el artista. “En 2016, durante una residencia en Puerto Casado, localidad del Chaco paraguayo que ha sufrido una historia de despojo y extractivismo, me fijé en el quebracho, especie arbórea muy ligada a la historia de la localidad”, cuenta. “Empecé allí a trabajar envolviendo con telas previamente enjuagadas en el río Paraguay, maderas de un antiguo muelle. Casi como si se tratara de una performance, abracé con lienzo cada una de estas maderas, testigos de esa historia. El registro que cada lienzo recogía me devolvió el rastro de ese material que había atravesado un siglo de despojo”.
En un gesto performático pero también íntimo, el artista, abrigó con telas los troncos y luego fue mojando, acariciando los troncos y las cortezas a través de estas telas. Usó tierra del propio lugar, que fue colocando en las telas, para que las cortezas dejen su impronta. Para que sigan exudando vida.
La muestra Paraná de Sorrentino y Beretta se puede visitar de lunes a viernes, de 11,30 a 19 en galería Herlitzka & Co, Libertad 1630. Gratis.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/813857-una-muestra-con-el-parana-como-tematica