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Es una tarde de octubre soleada en Martínez. El piar de los pájaros revoloteando por los frondosos árboles le ponen sonido a un día luminoso que pronostica el verano por venir. Ese sol diáfano del afuera, sin embargo, desaparece inmediatamente al traspasar la puerta de entrada a uno de los estudios Ronda. El contraste es brutal: la oscuridad se posa sobre la existencia, el frío se siente en el cuerpo y una gigantesca pantalla curva de más de 30 metros de largo por 15 de alto sitúa en un reconocible barrio de Belgrano nevado, sombrío y devastado. Un mundo distópico que German Oesterheld imaginó, Francisco Solano López dibujó y que ahora Netflix está trasladando al audiovisual. La esperada versión en serie de El eternauta traerá a esa creación inmortal el 30 de abril nuevamente a las conversaciones diarias. Casi setenta años después, la más leída e influyente historieta argentina sigue aterrando y abriendo cabezas.
Se hizo esperar más de la cuenta. La adaptación audiovisual de la obra maestra de la historieta argentina, publicada desde 1957 y hasta 1959 en Hora Cero Semanal, finalmente dejó de lado los frustrados proyectos cinematográficos que comenzaron en 2005 y encontró en el formato seriado del streaming el lugar ideal de exhibición, los tiempos necesarios de producción y el voluminoso presupuesto para hacer de aquella invasión extraterrestre y su tormenta de nieve mortal en la Argentina una versión que pronto llegará a las pantallas. Una mega producción que, acorde con la obra que pretende trasladar, se sitúa entre los estrenos más esperados e importantes de la era dorada de las series. Mediante la visita al set de rodaje y producción, Página/12 tuvo acceso a todos los detalles de la versión creada, coescrita (junto a Ariel Staltari) y dirigida por Bruno Stagnaro (Okupas, Pizza, birra, faso).
“Como todas las decisiones, una de las más relevantes fue hacer que El eternauta sea una versión contemporánea al momento de su emisión”, cuenta Stagnaro sobre la determinación artística y conceptual de que la serie transcurra en la actualidad. “Arribamos a la idea de que cuando el autor publica la obra, él juega bastante con que fuera contemporánea al lector, con detalles que dan cuenta de esa especie de mundo paralelo: la sensación de estar en las calles de esa misma época en que transcurre la historia. Nos pareció que preservar la idea de que la historia sea contemporánea a la emisión y no retroceder en el tiempo, era un aspecto importante que respetaba el espíritu de la obra original. Además, llevarla al tiempo de la obra original le agregaba una capa de complejidad y nos iba a impedir que la ciudad fuera una presencia viva en la historia. Que uno pudiera reconocerla, transitar los espacios que recorremos habitualmente y que existan, que estén ahí, por lo menos para los habitantes de Buenos Aires, como una especie de mundo paralelo.”
La decisión de que la historia se cuente en tiempo presente, entonces, se transformó en la piedra angular de la adaptación en la que Ricardo Darín interpretará a Juan Salvo, en un elenco que completan Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz. “El eternauta para todos nosotros es contar esta historia desde nuestro presente, pero también desde nuestra generación y ver en dónde había puntos de conexión: cuánto hay de esa angustia cósmica, de ese terror, de ese pánico a perder lo que uno ama de un día para el otro en la época de El eternauta y cuánto de eso también podemos encontrar hoy si leemos el diario del día en la mañana”, detalla Matías Mosteirín, productor ejecutivo de la serie por parte de K&S Films.
La idea de que la serie capture la ciudad de Buenos Aires, donde transcurre la historia original, fue una de las cosas más complejas de realizar. ¿Cómo filmar la ciudad de Buenos Aires absolutamente nevada y desolada, en los diferentes pero reconocibles lugares a los que la obra de Oesterheld hace referencia y forman parte de su atractivo dramático a la hora de transmitir la inquietud que envolvió al lector y que ahora debe hacerlo con el espectador? ¿Cómo sortear esa dificultad en una ciudad en la que la nieve es una rareza (como en aquel recordado 9 de julio de 2006), y en la que el tránsito a diario de peatones, automóviles y bicicletas no se detiene por nada del mundo?
Ese desafío encuentra respuesta en el diseño de producción que se puso en marcha para hacer El eternauta, que no tiene precedentes en Argentina. La adaptación audiovisual de la novela gráfica fue filmada íntegramente en Buenos Aires, de mayo a diciembre de 2023, en más de 35 locaciones reales, y en más de 25 escenarios creados especialmente con una tecnología de última generación llamada Virtual Production. Un recurso tecnológico que se utilizó en series como The mandalorian y que requirió de un archivo fílmico previo de la ciudad, sus calles y paredes para luego trasladar al set.
La magnitud de la producción se percibe al ingresar a uno de los estudios de Ronda. Allí, entre la oscuridad, las cámaras y el equipo técnico, el cronista invitado se topa con un set de filmación en el que se destaca una enorme pantalla envolvente que recrea diversas calles de Buenos Aires, con una voluminosa y extensa capa de nieve (artificial) tendida a sus pies. La traslación de la ciudad al set requirió un complejo y novedoso sistema tecnológico que le permitió a la producción crear escenarios virtuales con imágenes capturadas de la realidad para luego llevarlo al set, en un trabajo de scouting de locaciones y filmaciones que demandó meses. Así, a partir de los varios kilómetros de la Panamericana que se filmaron, otros tantos de las vías de trenes y muchos de distintos barrios porteños, se recrearon más de 25 escenarios virtuales para el rodaje de las escenas “de exterior” pero con los beneficios de poder grabarse dentro de un estudio. Para esa suerte de escaneo de la realidad, la producción contó un aliado impensado: la pandemia, que les permitió filmar los distintos escenarios de una ciudad fantasmagórica, tal cual se la presenta en la historieta.
La combinación de escenarios reales con los virtuales filmados en pandemia resultaron claves para una producción que necesita sí o sí mostrar una ciudad desolada, beneficiando el rodaje sin tener que trasladar equipos a locaciones ni grabar en horarios extraños para mantener las calles vacías. La practicidad de este diseño de producción es tal que permite grabar en un mismo estudio distintas escenas de la ciudad, con sus imperfecciones y paredes escritas, sin perder identidad ni realismo. Es más: en una misma jornada se pueden grabar en el mismo lugar tomas de autos apilados sobre una muralla de la General Paz, la avenida Cabildo o una callecita del barrio del Bajo Belgrano cambiando la imagen que proyecta la pantalla y adecuando el set armado sobre el piso.
“Silencio todos. ¡Acción!”. La voz del director corta de cuajo el murmullo en el estudio. El actor y coguionista Ariel Staltari aparece en el set con un traje impermeable, una máscara y una escopeta en su mano. Caminando sobre un manto de nieve artificial, entre los hierros retorcidos de las divisiones del Metrobus y un horizonte en el que la pantalla gigante proyecta lo que sería una devastada Cabildo, el actor camina con la mesura de saber que el peligro acecha. Las huellas que deja a su paso en la nieve le imprimen a la escena una realidad sorprendente en los monitores. Aunque finalmente ningún peligro sucederá en esa escena, la tensión que genera saber que cualquier cosa puede pasar en ese mundo distópico se puede percibir en todo el set. “¡Corten! Perfecto”, grita el director de cámaras del equipo y todos vuelven a respirar.
Sumado a la solución tecnológica que posibilitó la virtual production para sortear la dificultad técnica y practica de la nevada tóxica que cae sobre Buenos Aires, El eternauta parece haber encontrado en Stagnaro a un director con sobrada experiencia en la tarea de retratar las calles, paredones y arquitecturas de la urbanidad argentina. En efecto, el director supo contar como pocos los entresijos y las texturas de las ciudades en producciones anteriores que dirigió, como Okupas, Pizza, birra, faso o Un galllo para Esculapio. “El Eternauta te hacía sentir que vos estabas ahí. Había que ser fiel a esa cercanía”, subraya el director.
La cuestión de la nieve requirió un trabajo sumamente detallado para que lo artificial adquiera impronta real en cámara. De hecho, en El eternauta no se utilizó un único tipo de nieve artificial sino que se desarrollaron cinco tipos de copos de distinto material, según las necesidades de cada toma, espacio e iluminación. La sal entrefina, por ejemplo, fue utilizada principalmente para el piso porque tiene la virtud de copiar las huellas al caminar. El jabón de espuma seco fue el usado para la caída de la nieve “desde el cielo”, arrojada desde los propulsores. Hay otra clase de nieve llamada “perlita”, que es una roca volcánica símil a la ceniza que por sus características dio muy bien en cámara en el set cerrado, replicando a la real. Para maquillar objetos cubiertos de nieve, la producción creó una nieve que combina celulosa con agua. La tormenta mortal está bien representada.
El arduo trabajo con la nieve, la luz y el vestuario demandó un equipo técnico y artístico de más de 150 personas, quienes trabajaron en conjunto para poder contar la historia apocalíptica siendo lo más fieles posibles a la historieta. En ese aspecto, uno de los mayores retos fue la creación del mundo de El eternauta y de sus criaturas, principalmente de los “cascarudos”. La fabricación de los invasores también constituyó un desafió, teniendo en cuenta que había que dotar de verosimilitud a esos bichos que protagonizan buena parte de la historia. No solo en el aspecto visual, sino también en sus movimientos y comportamiento, para que la angustia del mundo apocalíptico en el que se encuentran los personajes no se perdiera.
“Creo que debemos haber visto todos los bichos existentes en el planeta Tierra para encontrarlo”, cuenta la directora de arte María Battaglia, sobre la investigación previa que emprendieron para buscar un bicho que esté a la altura del dibujo de Solano López y de la necesidades dramáticas del audiovisual . “Queríamos que fuese real, no queríamos un monstruo de ciencia ficción. Y que se sintiera orgánico a la necesidad de que abrís los ojos a este mundo de El eternauta y todo es posible mañana. Bueno, el bicho era gran parte. Llamamos a biólogos, llamamos a medio mundo. Fue un ida y vuelta con Bruno y con todo el equipo de diseño de los cascarudos, porque después también había una animación detrás, tenía que moverse, cómo ataca, qué hace, las huellas que iban dejando a su paso.”
Mas allá de los aspectos técnicos de la producción, que sin dudas marca un antes y un después en la ciencia ficción de la industria argentina, El eternauta cuenta una historia en la que Oesterheld siempre dejó en claro la importancia del héroe colectivo para salvar a la humanidad. Trasladar a la pantalla una historieta -que durante semanas se fue publicando de a tres o cuatro tiras durante años- y no morir en el intento fue una tarea titánica que involucró la adaptación narrativa a las formas audiovisuales. ¿Cómo llevar al formato de serie audiovisual todos los aspectos humanos que se ponen juego en la novela gráfica? ¿Cómo trascender al artificio técnico para contar una historia de personas expuestas a la incertidumbre, el horror, el sálvese quien pueda y a la imperiosa labor de unir sus voluntades para sobrevivir a esa invasión alienígena plagada de muerte?
“Le dimos mucha bola a tratar de no quedar atrapados en el aspecto físico de la aventura o la escala de producción, sino darle un desarrollo humano a lo que sucede y una problemática específica para ese héroe -reflexiona Stagnaro-. Es la historia de Juan Salvo en relación con las personas que tiene alrededor, en una dimensión humana que debía tener asidero para que los espectadores se identifiquen. Tuvimos que construir nuestro propio Salvo bajo la idea de que es una historia de supervivencia y solidaridad, pero que a los personajes se les presenta como una especie de segunda oportunidad, siendo tipos que ya están casi vencidos por el sistema o a punto de ser descartados. Paradójicamente, el desastre que se suscita termina ofreciéndoles una oportunidad de vigorizarse”.
Bajo la idea de evitar la hipnotización a través de la parafernalia tecnológica, los productores y guionistas comprendieron que la historieta pasó a la historia y forma parte del ADN argentino por todos los aspectos humanos que allí se cuentan. Las posibilidades visuales de producción, entendieron, debían ser funcionales a la historia y no al revés. La primera temporada de la adaptación audiovisual contará de seis episodios de una hora cada uno.
“La serie habla de sobrevivientes y de resiliencia -detalla Mosteirín-. También se habla mucho de lealtad en el cuento que estamos contando, que se va descubriendo a medida que los capítulos avanzan. Incluso, en la idea de amistad se plantea cómo funciona la lealtad, como algo que está allí permanentemente moviéndose. Y es una historia muy llena de esperanza, pero al mismo tiempo muy desgarradora. Es una tragedia, pero al mismo tiempo es una épica y una aventura. Siempre supimos que la inventiva y el ingenio debían conectar con nuestra idiosincrasia. Siempre tuvimos claro que, como estrategia, hubiese sido un error que, de repente, un paquete tecnológico de efectos visuales fuese el vehículo o el medio para hacer posible la historia.”
La fidelidad a la trama de la historia pergeñada por Oesterheld no es un aspecto menor. Al fin de cuentas, El eternauta ocupa un lugar central en la cultura argentina. Su lectura y sus sentidos se pasan de generación en generación: aún hoy la novela gráfica forma parte de material educativo de muchas escuelas. Una manera de garantizar que el espíritu de Oesterheld no se disipe en la adaptación es la participación en la producción como consultor creativo de Martín, nieto del autor de la obra original.
“Mi abuelo tenía una relación ética con la aventura -cuenta Martín Oesterheld-. Él decía que el héroe no es previo a la aventura: primero tenés que aventurar la vida. Este grupo de combatientes tienen que aventurarse en esa ciudad de Buenos Aires invadida, que ya no es la misma porque ya no protege a nadie, ya es otra cosa, es una tierra incógnita. Aventurarse es un poco lo que legó mi abuelo, con cuerpo, alma y convicción en un contexto político en el que, además, también se jugó la vida de su familia. Es la historia más íntima y personal, porque el margen de que Oesterheld es es lo que es y El eternauta es todo lo que significa para los argentino, El eternauta es también la historia más íntima que me pueden contar, porque yo crecí directamente con eso.”
La historia de supervivencia de Juan Salvo y su grupo de amigos, atrapados en esa ciudad en la que todo es muerte e incertidumbre, llegará a la pantallas en semanas con la presión de estar a la altura de la obra que atemorizó e hipnotizó a varias generaciones de argentinos. La fecha de estreno se acerca. La cápsula del tiempo que hace casi siete décadas Oesterheld imaginó, parece, aún tiene muchas cosas para decir.
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