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Luego de poco más de dos horas de show, Vapors of Morphine hizo honor a su
nombre. Con la complicidad de la pesadez climática de esta Buenos Aires
tediosamente húmeda y calurosa, en la noche del viernes el trío dejó a Niceto
Club envuelto en un vaho narcótico. Mientras medio aforo volvió a su casa con
los ojos achinados, ya fuese por placer o porque estaba poseído, a la mitad
restante le costó salir no sólo de la sala, sino también del trance. Y es que era
muy difícil despertar tras ese bombazo opioide en el que se tornó “Souvenir”, a
manera de estocada final, con Sergio Dawi (el invitado de la fecha, por más que
actuó como un integrante más) sacando a relucir a su diablo interior.
Si bien el músico argentino supo cincelarle una identidad característica a
su saxo tenor, con su aporte a los Redonditos de Ricota como estandarte, cuando
fue invocado para hacer el tándem de clásicos “Cure of Pain” y “A Head With
Wings”, dejó una vez más en evidencia que su imaginería no tiene techo. Tampoco
su actitud, capaz de jugarle de tú a tú a Dana Colley, saxo barítono y frontman
del grupo estadounidense, encarando en varios pasajes algunos duelos pendientes,
proponiendo espacios colaborativos o sencillamente dialogando. La simbiosis era
tan tremenda que le pidieron que se quedara para tocar una más. Lo que decantó
en un spa free jazzero.
En esa instancia del show, la terna honró con religiosidad a su gen. Pero
también advirtió que hoy es un proyecto que tiene su idiosincrasia. O sea, es
una banda que hurgó en la obra y en el identikit de Morphine para crear algo
nuevo. De hecho, tras la salida del baterista Jerome Deupree, en 2018, dos años
después del último desembarco porteño de Vapors of Morphine, Colley se
convirtió en el único superviviente de la banda que alguna vez lideró el fallecido
cantante y bajista Mark Sandman. Si bien Jeremy Lyons podría parecer su
encarnación, por ese tono de voz grave, por la melancolía sin remedio y por el
bajo de dos cuerdas, la realidad es que impone sus reglas.
El recital arrancó con el blues canchero “Have a Lucky Day”, al que le
secundó la jazzera “Good”: toda una oda al minimalismo. Es cierto que menos es
más, como bien postuló Ludwig Mies van der Rohe, pero Vapors of Morphine le
pone onda a esa máxima. Consiguiendo que el brutalismo sea una estructura
flexible y colorida. Y eso quedó constatado en el western balcánico “The Other
Side”, incluido en el disco Good (1992). Está bien: son canciones diseñadas por
Morphine, aunque con esta formación la dinámica tiene otro tipo de impronta.
Para muestra está “I’m Free Now”, que, más que añejada, parecía remojada en
energía.
Tras hacer la envolvente “Sheila”, la agrupación desenvainó sendos temas de
la cosecha de Vapors of Morphine: la cerebral “Drop Out Mambo”, en el que Lyons
peló su guitarra, y, a continuación, se la dejó colgada para la instrumental,
con dejo árabe, “Renouveau / Daman N’Diaye”, donde el saxo de Colley fue
ensuciando su sonido hasta transformarse en una especie de viola exaltada. Lo
que dio pie para “Sharks”, dialéctica entre el spoken word y el rock de
sustancia seminal atravesada por ese saxo libertino con sabor al primer King
Crimson, el de “21st Century Schizoid Man”. Cualidad que brotó de vuelta más
adelante en “Thursday”.
Previo al pasaje con Dawi, la arenga dijo presente nuevamente de la mano
del jazz paradójico “All Wrong”, y, luego de que el ricotero se perdiera entre
bambalinas ovacionado, el trío sacó de la manga el reggae “Blue Dreams”. Era un
roots capaz de metamorfosearse con la veta psicodélica de ese pedazo del Caribe
y también con Luca. Sí, el mismísimo Prodan, como si hubiera vuelto de un trip
por Nueva Orleans y Kingston. Y ahí el flamante baterista de la banda, Tom
Arey, se tornó en sí mismo una metáfora del tornasol groovero en el que devino
este nuevo atraco argentino de Vapors of Morphine (tiene como antecedente los
tres shows de Morphine en Dr. Jekyll, en 1997).
“Honey White” se pareció a “Mi perro dinamita”, y bajaron un cambio con
“Scratch”, otra de las canciones del disco Yes, que rescataron en el show, a 30
años de su edición. Siguieron en esa sintonía, pero con una intención más
flirteadora en “Wishing Well”, en tanto que en “The Night” se pusieron
morriñosos. Entonces se despidieron, pero la cosa no podía terminar de esa
forma. “¿Una más?”, preguntó Colley, e hicieron la maliciosa “Buena” y la noir
“You Look Like Rain”, invistiendo así una de las performances más lyncheanas
que hayan pasado por la ciudad y dos las mejores horas de la que se acordará
ese millar de personas por el resto de sus vidas.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/806008-vapors-of-morphine-viaje-a-la-estratosfera