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8/2/2025

Benito Cerati: "El mundo globalizado es un lugar bastante hostil"

El primer EP de una serie conceptual con tópicos que giran alrededor de la modernidad es para el artista un punto de quiebre respecto a su obra anterior. "Encontré una realidad, una estructura y una forma de contar las canciones. Siento que soy yo, aprendí a resumirme”, afirma.

"En un momento de mi carrera dejé de divertirme. Y me parece que uno está en esto por juego, por diversión"
"En un momento de mi carrera dejé de divertirme. Y me parece que uno está en esto por juego, por diversión"


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El cantante habla de su segundo trabajo, "¡Viva la devolución!"

Benito Cerati: "El mundo globalizado es un lugar bastante hostil"

El primer EP de una serie conceptual con tópicos que giran alrededor de la modernidad es para el artista un punto de quiebre respecto a su obra anterior. "Encontré una realidad, una estructura y una forma de contar las canciones. Siento que soy yo, aprendí a resumirme”, afirma.

"En un momento de mi carrera dejé de divertirme. Y me parece que uno está en esto por juego, por diversión."

¡Viva la devolución! se titula el último disco de canciones inéditas de Benito Cerati. Se trata del segundo trabajo que lleva su nombre, luego de que en 2022 publicara Shasei. Sin embargo, en contraste con su antecesor, lo nuevo del músico no es un álbum sino más bien un EP. Uno de carácter conceptual. Por eso, previo a su salida, el 24 de octubre último, su autor invitó a escucharlo, diseccionarlo y narrarlo en los Estudios Unísono. Los mismos que construyó su padre, Gustavo Cerati, y que años atrás fuera escenario de las grabaciones de Ahí vamos (2006) y Fuerza natural (2009). La sala de control se mantiene fiel a aquellos tiempos, incluso con la bandera de Turquía oficiando de testigo de cada sonido y movimiento. Aunque esta vez es el vástago el que le da play a los temas suyos, siete en total.

Semanas más tarde, tras haber probado en vivo ese repertorio en un par de showcases, Benito explica que durante ese margen de tiempo tuvo varias “devoluciones” sobre el disco. Especialmente por el título. “Lo siento como un trabajo muy completo, muy lindo y muy redondo. Hasta ahora, la gente me dio ese mismo feeback”, confiesa. “Aparte de eso, estoy satisfecho a nivel de producción. Me parece que tiene buenas canciones, y que tiene ese grado de sensibilidad y de producción exactos. No predomina una cosa sobre la otra, lo que generalmente no es fácil de conseguir. Lo siento un punto de quiebre importante con respecto a lo que hice antes. Encontré una realidad, una estructura y una forma de contar las canciones. Siento que soy yo, aprendí a resumirme”.

-En este disco comenzás a tomar distancia de la obra de tu padre: mientras él evolucionaba sobre la base de la tendencia en boga, lo que además lo convirtió en un gran traductor de estéticas musicales, vos te estacionaste en un sonido. En "tu" sonido.

-Esto fue algo así como la “declaración” de mi estilo. Es un disco corto, y los videos son consecuentes con la estética y con lo que quiero comunicar. Si lo ves como un todo, está más cerca de ser una propuesta audiovisual. La idea era volver a darle importancia a eso, como sucedió en los años '90 con MTV. Quería que el video contara algo, que fuera innovador y que fuera consecuente con lo que hicieron directores como Michel Gondry, quienes se animaban a hacer obras de arte con los videos. Acá podés entender mi “mood”. A diferencia de otras ocasiones, creo que esto es más fácil de entender para la gente. No sé si voy a estacionarme ahí, pero haber hecho esto me hizo sentir muy cómodo.

-Si un rasgo atraviesa a tu discografía, ya sea en esta etapa solista o con el proyecto Zero Kill, es la fuerte influencia que tiene la música de los años '90 en tu narrativa: desde el shoegaze hasta la electrónica.

-Antes me engolosinaba y el objetivo primario se disolvía un poco. Era un rejunte de cosas que en principio uno no quería comunicar. Hay muchas cosas que siempre me inspiraron y que traté de incluir también en esta oportunidad. No fue que me aproveché de la vuelta de cierto tipo de sonido: yo siempre estuve acá. Siento que lo que hago coincide tanto con lo que están haciendo traperos como lo que hacen artistas argentinos del palo de Six Sex. Me hallo en eso. Hace 10 años quizá no me identificaba tanto con lo que estaba pasando, pero ahora hay cosas que pasan que están buenas. Me gusta ese sonido y me lleva a lugares conocidos. Me siento más afín a lo que pasa ahora, por más que estoy un poco más grande, que a cuando el entretenimiento me hablaba porque supuestamente yo era su target. Hay algo de sentirme cómodo con lo que está pasando musicalmente. Hay algo de comunidad que está bueno.

-También éste es tu primer disco como productor musical. ¿Qué te frenaba a serlo?

-Sentía que me faltaba conocimiento y por eso tenía que estar con alguien más. No me sentía cómodo con lo que sabía. Por ahí era una cuestión de confianza o de que me faltaban las herramientas. Me sirvió mucho haber hecho un estudio en mi casa, y lo que pasó a partir de eso fue que empecé a investigar, a armar y a hacer cosas. Y de repente funcionó. Vi cómo los temas estaban sonando solos y no había que pedirle ayuda a nadie.

-¿Entonces el disco no lo hiciste en Unísono sino en tu estudio casero?

-El disco está hecho mayormente en mi estudio. Si bien trabajé con gente muy grosa, ningún disco suena tan bien como éste. Ningún disco suena tan yo como éste. Me acuerdo cómo en mi cabeza quería que sonaran los temas y terminó sucediendo tal cual. Todas las canciones llegaron a su lugar. Otra cosa crucial que pasó fue no me puse deadline. Si el disco me llevaba seis años en hacerlo, entonces en seis años lo sacaba. No me apuraba nada. Eso hizo que me quitara presión de encima y, paradójicamente, las cosas empezaron a salir más rápido. A veces, cuando uno se apresura, o quiere demostrar algo o sacar algo por el simple hecho de hacerlo, pierde el eje de por qué se dedicó a hacer música. Y me parece que uno está en esto por juego, por diversión. Me pasó que en un momento de mi carrera dejé de divertirme.

-¿Cuándo pasó?

-No sé, creo que hace dos años. Todo era una batalla contra las métricas, contra las ventas de los tickets y contra no sé qué más. Todo eso te saca el juego, ¿viste? Sigue siendo un juego, pero competitivo. Y te aseguro que eso no está tan bueno.

-Este disco responde a eso, ¿no?

-Sí, y al hecho de querer volver a las emociones, a las conexiones y al amor de familia. Uno termina no dándole bola a la gente que te quiere porque siempre está ahí. Estamos detrás de la zanahoria todo el tiempo: “Ahora tengo que llenar un Niceto, ahora tengo que llenar este lugar…”. Son cosas que al final no van a llenarte el alma. Todo eso es bastante ficticio y fue por eso que preferí parar un ratito. Entonces volví y canté sobre cosas más naturales, más lógicas.

-Más allá del algoritmo, tus nuevas canciones versan acerca de la desconexión, lo que es toda una paradoja en una época de hiperconectividad. Sin embargo, en el fondo hay una vuelta a la Edad Media, en la que la sociedad busca a un señor feudal para que la esclavice. ¿No te parece una actitud autodestructiva?

-Al final, siempre repetimos las mismas estructuras. Necesitamos rearmar, con las estructuras rotas, lo que ya tenemos. Esa libertad real no está donde la anunciaron o vaticinaron. Tampoco está en el poliamor ni en nada de eso, porque ya está demostrado que esas cosas también pueden ser cárceles. Todo termina siendo un nicho constante. Hay que seguir buscando la libertad porque claramente por ahí no es. La libertad es estar cómodo donde uno está, y saber qué es lo que uno necesita y lo que uno quiere. Y entender además que hay otra gente que quiere otras cosas, y poder respetarlas “Esto es lo mío, pero banco que hayas decidido esto”, por ejemplo. Pero parece que es difícil llegar hasta ese lugar. Escalamos, en cambio, hacia un lugar donde esto es lo bueno y lo demás es lo malo. Hay unos límites naturales que está bueno mantener. También se perdió mucho el respeto hacia los otros. Ha primado la individualidad, ante todo. El tema “Quiero, tengo” habla un poco sobre eso.

-¿Cómo te imaginás que se puede volver a generar conciencia sobre la importancia del colectivo?

-Existe algo muy extraño y es que se habla de colectivismo desde el individualismo. En muchos casos, el progresismo estuvo viciado por el egocentrismo. A veces se confunde el fenómeno de masas con el fenómeno de individualismo concentrado. Supongo que eso sucede para sentirse superior uno mismo o para sentir que estás en el bando de los mejores. Hay algo ahí que no termina siendo comunitario, realmente. La gente que cometió las mayores atrocidades ha pensado de esa manera.

-Si bien está en la vereda de enfrente de tu propuesta artística, Emilia Mernes en su último disco rescata el imaginario del mp3 para demostrar que hay vida más allá de lo digital. Y tu disco también tiene como disparador la relación con esa tecnología que hoy parece vintage.

-Este disco nace del hartazgo de estar pendiente de un montón de cosas. Algo que me pasó, y que estaba pensando el otro día, fue el momento en el que dije: “Esto ya está”. Fui a una fiesta con un amigo y él vio a un chico que le gustó. En toda la noche nunca lo fue a buscar para hablar. Y cuando salimos de la fiesta, mi amigo agarró una app y entró a ver si estaba el tipo que estaba en la fiesta para hablarle por ahí. En ese momento pensé que habíamos ido demasiado lejos. De todas formas, soy consciente de que también caigo en eso. Grabé este disco con tecnología, no es que me fui al Amazonas y lo grabé con palos. Mi idea no es mostrar que todo este avance es negativo, pero hay cosas que nos están perjudicando. Todo tiene el potencial de hacer el bien y el mal.

-¿A qué te referís con esto último?

-Cuando internet arrancó, había una promesa de evolución y de conexión. En esos primeros años, el futuro era más anónimo. Internet era más anarquista, en cierto punto. Había una cosa más comunitaria que te permitía conocer a alguien de Hong Kong, cuando no tenías la posibilidad de ir, y resultaba que teníamos cosas en común. Y desde que internet se empezó a usar como herramienta política y social, a lo que se sumó la aparición de las redes y cómo las tácticas de control migraron ahí, la negatividad comenzó a alimentar al algoritmo. Cuando te metés en un video, lo primero que ves es quién está bardeando al que lo subió. Eso cambió la mentalidad de la gente e hizo que se creyera que estaba bien sacar para afuera esa agresividad. Cambiaron los valores y fue entonces cuando la cosa se puso más preocupante.

-Pero esa situación propia de la vieja normalidad en la que dos anónimos podían conocerse en el subte y entablar un vínculo, e incluso mirar a alguien, se convirtió en mala praxis. ¿Te parece que los conceptos se distorsionaron?

-Pareciera que ahora nos dan miedo los otros seres humanos. Todo puede ser un potencial desastre y se está jugando mucho con la precaución natural. Si bien hay que tenerla, no vaya a ser que te pise un auto. Las redes alimentaron un nivel de delirio, de preocupación y de hacer que todo parezca más grave que lo que es. Creo que la gente está asustada. Todo es el enemigo. Es loco cómo la misma herramienta puede acercar y alejar. Y de eso me interesaba hablar también en estas canciones. Soy adicto al celular, no puedo soltarlo, y este disco me permitió hacer una catarsis personal. Al ser una figura pública desde muy chico, eso me tiró abajo. Me cambió, no ha sido fácil, y sigo siendo juzgado. Me da un poco de cosa que nos hayamos vuelto tan así. No sé cuál es la solución. Por ahora, volví a los afectos y al cariño, a la familia y a los amigos. El mundo globalizado es un lugar bastante hostil.

-Sos valiente al hablar de esto. Pero en su momento, cuando empezaste a hilvanar tu carrera musical propia, parecía que te bancaste desde las comparaciones con tu padre hasta los heaters en la red social X.

-Fue bastante horrible, la verdad. Pero, a la vez, siempre supe que esas cosas no tienen mucha importancia. Lo más importante es que uno se sienta cómodo con lo que quiere. Eso es algo que no logra mucha gente. No quería convertirme en uno de esos que critica a todo el mundo y en algún momento estuve muy cerca de eso. Estuve muy cerca de ser un heater por frustración, porque no me dejaban ser. Y llegar a ser quien soy me costó mucho, me llevó años y años de terapia. Hice discos frente a los que me rendí porque no tenía la energía para hacerlos ni para salir a tocarlos.

-La salida de ¡Viva la devolución! coincidió con el décimo aniversario de la muerte de tu padre. ¿Tuviste eso en consideración mientras hacías el disco?

-No lo pienso. Siento que son cosas que ya están elaboradas. Si bien inconscientemente las fechas se prestan para el bajón o lo que sea, no siempre estoy pensando en la gente que se fue de mi vida. Si no, no puedo vivir. Tendría cuatro mil fechas para llorar. Hay que hacer el esfuerzo de seguir adelante y que la pérdida no rija tu vida.

-A propósito del título, ¿por qué quisiste resignificar esa expresión apropiada por el marxismo hacia una situación más contemporánea?

-Me pareció que era el título adecuando para contar lo que deseaba decir. Era como reafirmar que esta revolución ya no sirve y lo que me interesa es devolverme. Ésta es una era en la que no hay contracultura, sino cultura y coaptación de cosas que parecen contracultura, pero en realidad son el mainstream. Eso es lo loco que tiene el mundo de hoy. En los '90, un artista sacaba un disco experimental y era vapuleado por la crítica. Pero ahora se promociona como “el disco experimental de Dúa Lipa”, por darte un ejemplo. Y le va bien. La contracultura tiene que estar offline, por momentos. No sé qué va a pasar, pero espero que las generaciones más jóvenes se saturen de todas estas cosas.

-Este repertorio es rebelde y eso tiene un precio. Sobre todo en esta época. ¿Estás dispuesto a pagar el precio?

-Este disco no es una bajada de línea. De hecho, siento que las canciones son bastante personales. No me interesaba hacer un disco político ni contestatario. Es un disco de observación. Lo que hago también es una crítica a mí mismo.

 

La presentación

¡Viva la devolución! será presentado formalmente en La Tangente (Honduras 5317) el próximo viernes 14 de marzo. Se trata del primer trabajo de una trilogía de EPs que pretenden abordar diferentes tópicos que giran en torno a la modernidad. Al menos en esta entrega, la música electrónica se transformó en el soporte para la narrativa. Desde el breakbeat hasta el pop de intención ravera, pasando incluso por un interludio minimalista, fluyen por los siete temas del repertorio. Lo nuevo de Benito Cerati cuenta además con las colaboraciones del artista multidisciplinario Gurise y de la China Roldán, a los que se sumaron el grupo Plastilina y Blair, cuyo tema y video “La paz de los cementerios”, fue elegido como el primero de los cortes promocionales de esta producción.

 

A manera de apéndice del disco, este jueves, a partir de las 19, estará a disposición en todas las plataformas digitales de música ¡Viva la devolución! – Lado Be. Este material contiene varios remixes de las flamantes canciones del artista, al igual que rarezas. “La paz de los cementerios” cuenta con una versión extendida, así como con un remix de Electrochongo. Mientras que el tema “Quiero, tengo” tiene remixes de la DJ InVertida y de la productora Lupe. "Fácil de amar", en cambio, aparece representada por un remix de Chicone y un cover de Mery Granados. Y “Surmenage” también fue apropiado, pero por la China Roldán. Por su parte, Benito aportó una adaptación de “Teardrop”, de Massive Attack, y una canción nueva, “Volver a empezar”. 

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/802410-benito-cerati-el-mundo-globalizado-es-un-lugar-bastante-host