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23/1/2025

Guillermo Saccomanno: "Hay que escribir con la esperanza entre los dientes"

El escritor y columnista de Página/12 obtuvo el prestigioso galardón con Arderá el viento, “la historia de una degradación, de un descascaramiento agónico que deja a la vista las miserias del cuerpo social”, según expresó el jurado.

 “La ecuación que mueve a este país, a este mundo, es sexo, dinero y poder" 
 “La ecuación que mueve a este país, a este mundo, es sexo, dinero y poder" 


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Ganó el Premio Alfaguara de Novela

Guillermo Saccomanno: "Hay que escribir con la esperanza entre los dientes"

El escritor y columnista de Página/12 obtuvo el prestigioso galardón con Arderá el viento, “la historia de una degradación, de un descascaramiento agónico que deja a la vista las miserias del cuerpo social”, según expresó el jurado.

“El horror, el horror”…son las últimas palabras de Kurt en El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Guillermo Saccomanno sonrió al recordar ese final emblemático y anticipó que los lectores se encontrarán con “una cruza de espanto y risa morbosa” cuando el próximo 20 de marzo llegue en simultáneo a las librerías de España y América Latina Arderá el viento, obra con la que el escritor argentino y columnista de Página/12 ganó el XXVIII Premio Alfaguara de Novela, dotado de 175 mil dólares. 

La novela premiada es “la historia de una degradación, de un descascaramiento agónico que poco a poco deja a la vista las miserias del cuerpo social”, según expresó el jurado presidido por el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, quien obtuvo el mismo reconocimiento en 2011 por El ruido de las cosas al caer. 

En Arderá el viento -séptima novela de un autor argentino premiada con el Alfaguara- hay una voz coral, un “nosotros” que narra la historia de los Esterházy, una pareja excéntrica sin un pasado claro que llega a un pueblo de la costa argentina y comienzan a regentear un antiguo hotel. 

El jurado de esta edición estuvo integrado también por la periodista y escritora argentina Leila Guerriero, el periodista y escritor español Manuel Jabois, la directora de cine y guionista Paula Ortiz y la escritora y dueña de la librería madrileña La Mistral Andrea Stefanoni, además de Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara (con voz, pero sin voto). “Los protagonistas producen el efecto de una partícula enfermiza que se introduce en las grietas de una sociedad pequeña y arrasa con su dinámica cotidiana aparentemente calma”, explicó Vásquez en su rol de presidente del jurado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y agregó que la pareja en cuestión resulta ser “un amplificador de los prejuicios, las supersticiones, los temores y la violencia larval de muchos de los habitantes del pueblo”.

El encanto de los derrotados

Desde la sede de Penguin Random House en Buenos Aires, en el barrio de San Telmo, Saccomanno cuenta que fue un lector de los libros de Alfaguara hace muchos años. “Para mí es un sinónimo de calidad narrativa”, reconoció el flamante ganador, acompañado por el director editorial del grupo, Juan Ignacio Boido, y dijo que le gustó presentarse al certamen con el seudónimo Jim, una suerte de homenaje a Lord Jim, de Conrad, una de sus novelas favoritas en la que cuenta la historia de un joven oficial que se cree con un futuro heroico y fracasa. 

“Un derrotado siempre es mucho más interesante que un triunfador; no creo que la biografía de Elon Musk sea muy interesante”, añadió el escritor que recientemente presentó en Villa Gesell, donde vive hace más de treinta años, Escrito en Patagonia, un libro publicado por La Flor Azul que reúne 18 artículos y crónicas, la mayoría publicadas en el suplemento Radar de este diario, que surgieron a partir de sus habituales recorridas por la región.

Para Saccomanno, 2024 fue “El año en que vivió en peligro”. El autor de novelas premiadas como El oficinista, con la que ganó el Premio Biblioteca Seix Barral, y Cámara Gesell, reconocida con el Dashiell Hammett en la Semana Negra de Gijón, padeció dos neumonías, tuvo secuelas de un Covid, trastornos neurológicos, le tocó someterse a una intervención quirúrgica y fue desalojado de la cabaña en la que vivía en Gesell. Recordó que Henry Miller cuenta en Trópico de Cáncer que lo único que tenía en la vida era un cuartucho, una máquina de escribir, una mesa y una silla, y tenía que andar cuidando que no le robaran la silla. “Me parecía que podía aprovechar la adversidad para sobrellevar todo esto que me pasaba", reveló. "La literatura resulta sanadora. No pienso que la enfermedad sea una condición importante para la literatura, al contrario, la literatura nace de los momentos de salud que uno tiene”. 

La escritura de Arderá el viento, en los momentos de salud, le permitió sobrellevar los cimbronazos vitales. “No soy de los que le tienen miedo a la página en blanco; prefiero que la página me tenga miedo a mí”, bromeó y repasó algunas referencias literarias que están presentes en la novela premiada como el cine de David Lynch, la obra de William Faulkner y Juan Carlos Onetti, a quien descubrió en la adolescencia: “Quedé fascinado con Los Adioses y El astillero; con esa marca de estilo que tiene, que es una cruza por momentos de Faulkner con Borges. (Ricardo) Piglia decía que la traducción que nosotros leemos de Las palmeras salvajes es un Borges faulknerizado”.

De Faulkner y Sherwood Anderson tomó “la ambición de construir un pueblo” desde un territorio familiar, Villa Gesell, el pueblo de la costa balnearia donde vive hace más de treinta años. Aunque viaja con frecuencia a la ciudad de Buenos Aires confesó que no aguanta la ciudad. “Si bien yo fui un bicho urbano durante mucho tiempo, no aguanto el paisaje de miseria, de pobreza y de locura que se vive en la ciudad comparado con lo que se vive en un pueblo chico, que también tiene su parte de infierno”, aseguró el ganador del Premio Alfaguara. Varios miembros del jurado mencionaron la influencia de David Lynch, un director que Saccomanno siempre admiró por su capacidad para “crear un pueblo”, como lo hizo en Twin Peaks. 

La lucha de clases

Refractario al uso de ciertas palabras que se ponen de moda como “grieta”, el ganador del Premio Alfaguara subrayó que prefiere hablar de “lucha de clases”. “La ecuación que mueve a este país, a este mundo, es sexo, dinero y poder. Y creo que este es el nudo de la novela”, admitió el escritor que vive la mayor parte del tiempo en Gesell, “un pueblo costero que vibra y estalla en los meses de verano y el resto del año es triste, gris y desierto como todos los pueblos de la costa”. 

Saccomanno es de esos escritores con la oreja siempre en estado de alerta y movilización, como si necesitara escuchar mucho (y leer más aún) para poder después escribir. “Si uno para la oreja y presta atención, hay historias en todos lados. ‘Describe tu pueblo y serás universal’”, resumió citando a Tolstói. Leila Guerriero, desde Madrid, le preguntó por la “voz oracular del pueblo” que aparece en la novela, una voz que “absorbe todo el mal, todo el bien y toda la oscuridad”. El escritor comentó que una vez David Viñas le dio un consejo: “Hay que escuchar la calle, hermanito”. “Escuchar la calle es escuchar un narrador oral, un nosotros que no es fácil. Alguien que manejaba también ese tono era Miguel Briante”, comparó.

Arderá el viento está escrita en “un estilo parco” y de “una rara intensidad”, como observó el jurado. “La novela es la cuidadosa construcción de un deterioro que, aunque transcurra en un país específico, acaba por ser una metáfora distorsionada del espíritu de nuestro tiempo”. Saccomanno afirmó que la lucha de clases y la violencia social, dos temas que conforman el universo de sus obsesiones, son parte del contexto de la novela. “En una sociedad en la que el capitalismo avanza rápida y alegremente hacia el abismo, supongo que hay que tener un poco de esperanza. Como decía John Berger: ‘Hay que avanzar con la esperanza entre los dientes’. Y creo que así hay que escribir, con la esperanza entre los dientes”.

El escritor buscó generar en la escritura algo bien complejo: que todo pasara al mismo tiempo, como una pantalla dividida para narrar una comunidad que funciona y opera como “metáfora del mundo en el que vivimos”, destacó y aclaró que la historia que se cuenta en la novela premiada puede pasar en un barrio de Buenos Aires o de Madrid. “La corrupción, la coima, el narco, la traición, la hipocresía, la derechización, la fascistización de la sociedad está pasando alrededor nuestro todo el tiempo”. 

Arderá el viento tiene puntos de contacto con una novela previa, Cámara Gesell, “muy repudiada en el pueblo y muy aplaudida”, como resumió. “Un día sos el peor de todos y al día siguiente sos la ilusión del pueblo”, comparó las contradicciones que vivió con esa novela. “En Gesell, en la villa, han transcurrido muchos relatos y muchas novelas. Para mí es una cantera, un lugar donde me nutro de voces, de historias”, admitió el escritor y precisó que Cámara Gesell tenía “una ambición más totalizadora”, mientras que la novela que pronto publicará Alfaguara está más concentrada en una familia y sus relaciones, que se van abriendo como seudópodos y permite incorporar a distintos personajes, algunos vinculados a la droga, otros a la prostitución, otros narco o la corrupción de un concejo deliberante. “En fin, delicias de la vida cotidiana en un pueblo. Como decía Truman Capote, tal vez de lo que se trata en estos casos es discernir sapos reales en jardines imaginarios y sapos imaginarios en jardines reales”.

Una luz en la noche oscura del alma

¿Por qué se derechizan y fascistizan las sociedades? “Las sociedades se fascistizan en los pequeños pueblos", analizó Saccomanno. "Pensemos en el atraso de las poblaciones del interior donde la educación es deficitaria, donde imperan partidos conservadores, donde hay caudillismos. Nuestro país en su interior tiene gobiernos feudales y el importante es el terrateniente que compró tierras mediante negocios espurios y turbios”. Como ejemplo puso lo que sucede con el empresario Luciano Benetton, el mayor propietario de tierras en la Patagonia; y señaló la política extractiva de las petroleras “que no vacilan en manejar cianuro y contaminar las aguas”, pero que dan trabajo, “en un país donde abunda la desocupación”.

No cree que la literatura pueda contrarrestar los discursos de odio. “La literatura no cura a nadie; en esto soy absolutamente escéptico. Pero a veces alivia. No creo que la literatura pueda cambiar el mundo, pero puede explicar la derechización a través de un cuento”, planteó Saccomanno. “Yo no creo que con las buenas intenciones se haga buena literatura, sino todo lo contrario: odio las bajadas de línea”. 

En cuanto a cómo relacionar lo que ocurre en Arderá el viento con el ascenso de presidentes como Javier Milei o Donald Trump, que va por su segundo mandato, el ganador del Premio Alfaguara aportó una cita de Bertolt Brecht, que decía que “un fascista es un burgués asustado”. “¿Qué son los personajes de esta novela? Asustados. Y los asustados reaccionan así”. Respecto del avance de la derecha sumó una reflexión. “Una explicación de por qué asumió el gobierno este alcornoque (Milei) supongo que se lo debemos en gran parte al pueblo argentino por una disconformidad y por un resentimiento, y es lo que explica los populismos. No encontraron una puerta hacia el reparto de la riqueza; entonces la riqueza se concentra cada vez más y estamos como estamos: gana Trump y en España la derecha avanza”.

Habrá que esperar hasta marzo para leer Arderá el viento, una novela en la que Saccomanno intentó, una vez más, “encontrar una luz en la noche oscura del alma”. 

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/799038-guillermo-saccomanno-hay-que-escribir-con-la-esperanza-entre