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17/1/2025

María Moreno: "Hay en la frivolidad una gran potencia política"

Una de las voces más extraordinarias de la literatura en castellano, la escritora y cronista seleccionó sus crónicas, columnas y ensayos, la mayoría publicados en Página/12. En los textos destripa el imaginario popular argentino con su panteón de mitos y leyendas, que van de San Martín a Evita, pasando por Perón, Maradona, Borges, la Coca Sarli, Cristina y el Che. 

María Moreno. 
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Publicó "Por cuatro días locos"

María Moreno: "Hay en la frivolidad una gran potencia política"

Una de las voces más extraordinarias de la literatura en castellano, la escritora y cronista seleccionó sus crónicas, columnas y ensayos, la mayoría publicados en Página/12. En los textos destripa el imaginario popular argentino con su panteón de mitos y leyendas, que van de San Martín a Evita, pasando por Perón, Maradona, Borges, la Coca Sarli, Cristina y el Che. 

Barroca y plebeya, una de las voces más extraordinarias de la literatura en castellano suelta la lengua y escribe sacándole chispas a las palabras. “Mi edad hace que diga No future sin nada de punk”, confiesa María Moreno en el prólogo de Por cuatro días locos. Pequeño inventario de la patria pop (Sigilo), una selección de crónicas, columnas, ensayos y artículos elegidos por la propia escritora y cronista, la gran mayoría publicados en Página/12, que incluyen dos hasta ahora inéditos. Nadie como ella para destripar el imaginario popular argentino con su panteón de mitos y leyendas (San Martín, Evita, Perón y sus caniches, Maradona, Borges, la Coca Sarli, Cristina, el Che). Nadie como ella para dinamitar los lugares comunes de la argentinidad.

Pequeño inventario

“Si yo hubiera sido una escritora fina como las Ocampo y la Gallardo (no me comparo, me identifico, decía el bueno de Barthes), si no hubiera aprendido inglés con una extrabajadora sexual llamada Miss Shutton, si hubiera siquiera pisado la universidad (aunque defiendo la pública y de cuyos apuntes caloteé para alimentar mis plagios), hubiera titulado este libro Carpe Diem, que cada uno traduce a su manera pero redondeando sería ‘aprovechá el día porque en cualquier momento llega la Parca’”, cuenta en el prólogo y las lectoras y lectores podrán imaginar la sonrisa punzante de la escritora que esquivó a la Parca en julio de 2021, cuando sufrió un ACV (Accidente Cerebro Vascular) que dejó “fuera de juego” su mano derecha, con la que escribía, y que la obliga a trasladarse en una silla eléctrica. “ACV es más fácil de pronunciar que si lo digo completo, pero al principio decía ABC o ATC”, revela la escritora que tiene una capacidad descomunal para reírse de sí misma.

María acepta la recomendación de la canción que popularizó Alberto Castillo en “Por cuatro días locos”. Se divierte a su manera, con la irreverencia que la caracteriza, afilando el cuchillo de su ironía y desparpajo, construyendo un tono, un decir que ha cultivado potentes anticuerpos contra la emulación de escrituras demasiado planas y sencillas. Imposible plagiar a María Moreno. No hubo ni habrá otra igual. Interviene en el territorio de sus materiales como una artesana que sabe combinar textualidades de modo que al barajarlas y darlas de nuevo articulan otros sentidos. Como si la literatura, que al fin y al cabo es lo que siempre hizo, tuviera múltiples combinaciones posibles. “El pequeño inventario de la patria pop” reúne veintidós textos, el más antiguo, “La maestrita de Eros”, data de 1984; el más reciente, hasta ahora inédito, “Perronismo” (Perón y sus caniches), es de 2024. El libro está organizado en cuatro partes: “Maradooo”, que aglutina los artículos que escribió sobre el mejor jugador de todos los tiempos; “Por cuatro días locos”, una mescolanza que invita a pensar a Gardel, el Che, San Martín, Niní Marshall y Borges; “Look made in Argentina”, iconografías femeninas y los cuerpos disidentes; y el “Kitsch peronista”, donde emergen Evita, Perón y la bruja de Carlos Menem, entre otros.

Un ídolo dionisíaco

“Nos sientan bien los ídolos populares que parecen ofrecer a ojos vistas una muerte en cuotas”, plantea en “Un cacho de goce”, donde observa que Maradona irrumpe con un estilo diferente en un país de ídolos frígidos. “Lo más interesante de Maradona -con su doble moral, su metabolización de la psicología más complaciente, sus fascismos de entrecasa, su impunidad y sus privilegios- es que su vivir prueba que puede haber una autoadministración de los goces de la que se puede extraer un año más, que la suerte pesa más que una forma de vida, que hay viajes de ida y vuelta, capaces de desilusionar tanto al paternalismo agorero que es rey en el país de los psicólogos como a esa forma sublimada del odio popular: la piedad”.

Lejos de cierta hipocresía imperante cuando muere un ídolo popular, María admite que no lo quería a Diego, que la sacaba de quicio por su machismo, pero reconoce que la hacía reír con las invenciones de esa "lengua atorranta" y el arte de la injuria. “Pienso que en todas sus gracias lingüísticas homologaba velocidad mental como de quien es capaz de ponerle un supositorio a una liebre a velocidad física, no en el sentido solo de correr sino en el de saber responder con el cuerpo de manera inteligente. Hacía goles con la mente y tenía pies que pensaban. Lo contrario a pensar con los pies”, reflexiona la autora de El affair Skeffington, El petiso orejudo, A tontas y a locas, El fin del sexo y otras mentiras, Vida de vivos, Banco a la sombra, Teoría de la noche, La comuna de Buenos Aires, Subrayados, Black out, Oración. Carta a Vicki y otras elegías políticas, Panfleto. Erótica y feminismo, Loquibambia, Y que se rompa todo corazón, Contramarcha y Pero aun así. Elogios y despedidas.

Los textos agrupados en “Maradooo” podrían dialogar con Vida de muertos de Ignacio Braulio Anzoátegui, una serie de obituarios descarnados y mordaces como el de Juan Bautista Alberdi: “dijo ‘gobernar es poblar’ y se quedó soltero”, que fue reeditado en la colección “Los Raros” de la Biblioteca Nacional. “He copiado mucho a Anzoátegui cuyo arte del insulto es superior. Deberían leerlo los muchachos de La Libertad Avanza”, ironiza María. El humor no suele gozar de prestigio literario. “El siglo veinte fue el de dimensión trágica, de las guerras y las revoluciones, de los filósofos trágicos y de los suicidas notables. Por eso Colette, que era muy irónica, no alcanzó la trascendencia de (Marcel) Proust”, agrega la escritora.

Barroco sosegado

Lo barroco es distintivo en su escritura. Ella misma lo admite en el prólogo de Por cuatro días locos. “Mi lenguaje pretendía ser un fleco de jerga psicoanalítica, otro de materialismo dialéctico pop y otro de feminismo fashion más algunas motas de argot farandulesco y tartamudeo histérico”. Sin embargo, reconoce que tiene que revisar esa noción que usa “muy a la ligera”, ni siquiera citando el libro del narrador y poeta cubano Severo Sarduy, titulado Barroco. “Fue casi casual que empezara a hacer periodismo en la revista Status de Miguel Brascó, que pedía escritores y no periodistas. Al mismo tiempo leía a Sarduy, a (José) Lezama Lima, a Reinaldo Arenas, pero no es ese barroco el que imito. Mas bien puedo decir que es un estilo literario que se terminaron bancando en lugares como Página/12. No es el caso de escritores que a veces trabajan de periodista, como Guillermo Saccomano y Rodrigo Fresán, porque cuando empecé tenía minga de obra. De todas maneras creo que sosiego ese estilo en Oración y La comuna de Buenos Aires”.

La frivolidad “estrátegica” de las crónicas de María, como la definió Luis Ignacio García, no pareciera estar tan presente en los textos reunidos en su último libro. “Creo, pensándolo bien, que mi frivolidad no es estratégica. El otro día me quedé tildada con una frase de Desayuno en Tiffany, de Truman Capote, citada en una serie: ‘yo creo en el azul’. Cierto que, en principio, es el modo de narrar de la oligarquía cuando habla de una tragedia. Una forma del pudor y del secreto. Pero hay en la frivolidad una gran potencia política -subraya María-. Pienso en Mariquita Sánchez cuando Rosas le pregunta por qué se había ido a Montevideo y ella, que estaba conspirando con (Esteban) Echevarría, le contesta: ‘porque te tengo miedo, Juan Manuel’”.

Literatura desde la primera línea

Los principios literarios de María son antológicos. “Gardel me irrita. Si con esta frase se reconoce la intención de un comienzo terrorista, apuro la confesión: soy una conversa”, se lee en “Cada día canta peor”. Ella está convencida de que la crónica es uno de los caminos para la autonomía de la literatura, una hipótesis que tomó del crítico Julio Ramos en Desencuentro de la modernidad en América latina, literatura y política en el siglo XlX. “Escritores como Rubén Darío, Amado Nervo o Manuel Gutiérrez Nájera, que escribían en los primeros periódicos, valoraban sus producciones poéticas en relación con esas zonas impuras de la prensa, reafirmando la creación de un sujeto literario latinoamericano por contraste. Incluso imagina Ramos una escena muy linda. A todos esos poetas modernistas escribiendo de noche cosas como La amada inmóvil (poema de Amado Nervo) y de día cubriendo un crimen”.

En uno de los trabajos inéditos, “Perronismo” empieza con los caniches de Juan Domingo Perón para luego afirmar que “ni los gustos privados de Perón dejaban de ser políticos” y recuerda que en 1954 impulsó la Ley de Protección Animal (14.346), aún vigente. También intentó imponer una ley penal que castigaba a los torturadores de animales hasta con cinco años de prisión. Pero en Diputados dijeron que no. Actualmente, detalla María, los caniches no son perros de lujo, de “oligarcas”. Hoy los crían los inmigrantes peruanos, bolivianos, chilenos y fueron perros de disidentes sexuales, vía el modisto Paco Jamandreu.

Contra el CEO de la crónica

En la introducción de Por cuatro días locos se refiere al cronista estadounidense Jon Lee Anderson como “el CEO del género” crónica. En esa ironía se adivina un filoso cuestionamiento. “Eso tiene un contexto preciso y es una charla con Martín Caparrós -dice María-. Él me contaba que había sido jurado con Anderson de un concurso de no ficción que ganó Juan Pablo Meneses con Vida de una vaca . Anderson insistía: ¿pero realmente vive con una vaca? Caparrós tiene otra visión. ‘¿Qué importa que Kapuściński haya visto o no a Lumumba si nos cuenta África como nadie?’ Lo que critico es que se llame cronistas a mediocres redactores que creen que investigación es poner un grabador ante un objeto volviéndolo exótico”.

Otro punto que pone en discusión es el imperativo de “estar en el corazón de los hechos”. María puede mirar, interpretar y desmontar a larga distancia. “Mientras la experiencia es un valor permitido o proclive a desaparecer en la retórica del abuelo con Alzheimer, y a la estampida de un rinoceronte en línea recta hacia uno se responde con el disparo de una cámara digital, la crónica más o menos vituperada en nombre de la gran investigación y el periodismo escrache, vuelve de vez en cuando a estar de moda -explica-. Aunque Fogwill la llamara periodismo redactado y Rodolfo Walsh tuviera el mismo modelo –económico, austero, amarrete-- de Jorge Luis Borges”.

“Una falacia para quitar derechos adquiridos”

Un fragmento de un texto que forma parte de “Evita vive”, escrito y publicado en 1989, resuena en este presente. “El odio es precursor del amor, aquello que permite expulsar del yo lo que amenaza su integridad. En el campo social, odiamos a nuestros enemigos mucho antes de amar a nuestros amigos -analiza la escritora-. Para Frantz Fanon, en nombre de los condenados de la tierra, el odio es un sentimiento prerrevolucionario. La violencia de la voz de Eva como la de las Madres de Plaza de Mayo atormenta porque no cederá hasta que se cumplan sus demandas, la justicia ofendida no podría jamás expresarse en retórica dulzura”.

En los últimos años ganó el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2019 y el Premio Konex de Brillante, la máxima distinción, en 2024. Aunque no acudió a recibirlo, la actriz Cristina Banegas leyó el texto que escribió para agradecer el premio: “No sólo los artistas somos en general pobres, sino que eso es muy bien visto como garantía de pureza. Los escritores solemos inventar ingeniosas y encomiables razones para explicar nuestra vocación o vicio o como quieran llamarlo, pero sospecho que en todos hay una razón oculta, y es que solo requiere de una birome y un cuaderno, en el peor de los casos, servilletas robadas y un pedazo de carbón”. Ahora está escribiendo un texto autobiográfico con micro ensayos sobre la condición “disca” (discapacidad), una introducción a la prostética (área de la medicina que se encarga de la fabricación, diseño y reparación de prótesis) y un homenaje a su silla de ruedas.

Lali Espósito, Dolores Reyes y ahora Cecilia Roth son las artistas y escritoras cuestionadas por el presidente y su tropa digital libertaria y rabiosamente antifeminista y antiderechos. “Milei quiere ser una de ellas si no pensara tanto en niños envaselinados. Pero lo fundamental es que las ataca porque son opositoras, no como Yuyito (González) -compara-. Y porque sus posiciones disidentes son consideradas por la derecha como ‘ideología de género’, una falacia para quitar derechos adquiridos”.

Textual: Días de brujas *

“Azucena, la bruja de Menem, que comenzó su carrera tirándole las cartas a un guanaco y pretendió haber asegurado el triunfo de Argentina en el mundial de 2022, me dio curiosidad por las brujas y decidí hacer mi propia investigación, y es que no me interesa mi futuro, soy de las que solo quieren saber si van a dormir esta noche. Cuando el porvenir acaba de pasar es fácil refugiarse en la razón. Sin embargo, recuerdo con golosidad el cuento donde mi abuela sacaba a relucir la figura de la señora Atalanta, cuyo aviso aparecía en Caras y Caretas y que ‘recibía’ en un gabinete rojo que no ocultaba su condición de pieza de inquilinato, a no ser por una cortina de macramé que tenía bordada la imagen del diablo y por unos sapos encerrados en una pecera alta a la que la señora Atalanta llamaba ‘mis gallinas’. La bruja solía recetar con voz de tragedia shakespeariana una infusión nasal de polvo de pájaro carpintero momificado para el dolor de muelas y cucaracha aplastada y hiel de gallina para los abscesos cutáneos”. Mi abuela decía que un talismán de tela, donde se había metido un puñado de pesas de modista, la había preservado de la sífilis y que la señora Atalanta, con solo hacer en el aire el gesto de Antón Perulero, me había hecho girar en el vientre de mi madre evitando una cesárea obligada.

*Fragmento de la crónica hasta ahora inédita, publicada por primera vez en Por cuatro días locos (Sigilo). 

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/797628-maria-moreno-hay-en-la-frivolidad-una-gran-potencia-politica