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Ante un sentimiento que permanece, es posible perderse o salir a lo bruto, subrayando lo que persiste con intenciones concretas: que la rabia se lleve puesta la tristeza. Elmalamía, el nombre artístico de Lucas Solovera, parece andar por esa vía: un enojo que asomaba en Drama (2021) y para este nuevo disco, Lo que me queda, se presenta como el tono mayor que dirige el álbum. Un tono que resonará cuando este jueves 12/12 presente sus nuevas canciones en La Tangente.
Nacido en Santiago de Chile, Lucas forma parte de una tradición familiar con respecto a la música, pero lejos de romantizar la costumbre, lo ve como algo orgánico. "El que no ejerce la profesión, toca muy bien un instrumento. Nunca sentí la presión de seguir con el legado tampoco, no lo busqué. Tenía muy a mano lo folclórico por el lado de mi abuelo: el charango, el cuatro, percusiones. Siempre me sentí muy cómodo haciendo música."
Abrumado por el peso de la melancolía que percibe en su lugar de origen, Lucas tomó la decisión de exiliarse. Encuentra las pistas de ese malestar en el paisaje: "Lo que forma el impacto de los cráteres se llama depresión; convivimos con una capa de smog constante, todo eso se siente en el cuerpo", reflexiona. El día de la entrevista coincide con dos aniversarios particulares: hace exactamente tres años Lucas se mudaba a Buenos Aires y hace cinco del estallido social en su país natal.
Si al argentino se le puede atribuir el título de buen anfitrión, las células artísticas adhieren al rancheo. Hecha la conexión con Lamadrid –quien produjo BUENOS AIRES MOTEL, de Broke Carrey, o Por cesárea, de Dillom– Elmala empezó con las amistades profesionales. Por un arreglo de guitarras para el disco de Carrito, terminó comprometido en el EP posterior y se terminó subiendo a tocar en los shows. Poco tiempo después se encargó de los coros en Señales de humo, canción de Río de la Plata, donde Elmala y su generosidad vocal consiguen llevarse el tema. Lucas parece seducido por la manija criolla, ahí donde desea poder convertirse en el productor general de algún proyecto futuro de Carrey. Por su lado, con Lamadrid laburaron en tándem (cómo productores y compositores) en TANTO POR HACER, el reciente álbum de la banda de tontipop español Cariño.
Pareciera que la postura sobre publicar discos pegó la vuelta completa. En un momento se aseguraba que no interesaban, y sólo se sacaban singles. Pero después se produjeron cada vez más y con duraciones cada vez más extensas. Ahora es más común apostar por lo breve. Los dos discos de Elmalamía duran prácticamente lo mismo. ¿Habrá sido a propósito? "La duración de las canciones refleja la capacidad de atención que tengo con la música. Si hago canciones largas siento que soy redundante o hay una parte que no me cierra. Antes también pasaba eso. Creo que la síntesis y la idea de los discos conceptuales siempre existió, sólo que ahora se volvió mainstream. Lo que es difícil es conseguir que la persona que está del otro lado esté concentrada y entienda lo que estás diciendo. Es un 50 y 50, entender al oyente, el oído fácil, y al mismo tiempo ser honesto. Se ponen aburridos los discos, pensé en ampliarlo y era más de lo mismo, lo sentía como un relleno. Ahora muchos están tratando de materializar el arte, la idea de 'el concepto', y ahí es donde veo un vacío enorme, porque al final hay un disco como de 25 tracks con un concepto que habla de Zeus y de las plantas y no se qué pero de todos esos temas tres son copados y el resto no valen la pena."
Lucas enumera situaciones agradables que viene teniendo desde que se instaló en la capital argentina, experiencias que lo entusiasman incluso para adoptarlas como posturas, como "la idea de los argentinos que se plantan", dice. "Hay algo de euforia e identidad nacional que me ayuda mucho. Allá me movía en un círculo donde se repetía el discurso de 'qué ganas de no ser chileno, qué ganas de irme'. Acá conocí un montón de gente que te dicen que por más que la situación esté difícil, no se irián jamás. Ese sentimiento me gusta y creo que me lo puedo apropiar: decir 'qué bueno es ser chileno', por más que esté en otro lado. Es lindo sentirse de donde uno nació, valorar las cosas culturales que salieron de ahí. No digo que acá está todo bien, pero la gente a pesar de todo sale igual a la calle, participa de las marchas o se junta a hablar de lo que está pasando, más allá de la angustia, se esfuerza por activar. En Chile eso no pasa. Si uno está triste no hay chance de que salga de la cama en un mes. Y ésa es harta diferencia.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/789835-elmalamia-siento-que-siempre-estuve-conectado-con-argentina