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TEXTO: Joel Álvarez
FOTOS: Alejandra Morasano
Aunque no se comprendía del todo su función y anatomía, durante siglos se creyó que el corazón era el centro del alma. Hasta que se decidió que la intuición, la emoción y la intención eran cualidades de la mente. La emoción fue entonces superada por la lógica. Frente a un contexto sociopolítico que se acerca cada vez más al individualismo y la racionalidad, AURORA se pregunta: ¿qué le pasó al corazón? Si ya en Blood in the Wine (2022) cantaba que le dieron "un corazón antes que una mente", la artista noruega de 27 años apunta a reconectar con esa parte más profunda de sí misma en What Happened to the Heart?, su quinto disco de estudio, que presentó anoche en el Movistar Arena.
Sin embargo, AURORA no viene con soluciones concretas. "El mundo es una mierda", diagnosticó frente a las diez mil personas que formaron parte del show más grande hasta la fecha de la noruega en el país, en referencia al reciente triunfo presidencial de Donald Trump en Estados Unidos y el resurgimiento de las ultraderechas en el mundo. "Las personas que se tienen que preocupar por nosotros sólo se preocupan por ellas mismas", enfatizó, descalza sobre el escenario, la rubia de corte carré.
La cantante ya dijo que compuso What Happened… en momentos y lugares donde se sentía "insegura", y está claro que encontró fuerza en la incomodidad, sobre todo ahora que el contexto político se reafirma como terreno fértil para los núcleos emocionales del disco: autodestrucción, miedo, disociación e ira. Pero el recital de anoche estuvo más cerca de un ritual de conexión emocional que de un típico show. Durante casi dos horas, el charme de AURORA puso contra las cuerdas las teorías de la gelidez europea: cálida, verborrágica y dispuesta a dar "un espectáculo íntimo" aunque "cada vez seamos más", la nórdica intentó demostrar que la música tiene —todavía— la capacidad de sanar. O, por lo menos, de hacernos sentir menos solos.
"Me dijo que mi lugar es el cementerio / Me dijo que me puedo alejar pero no voy a llegar muy lejos / Decime, ¿cómo sabe la gente qué es el amor y qué es el dolor?", cantó en Churchyard, canción de apertura y epítome del show: como un karma implacable, con una atmósfera sombría y un coro creciente, las palabras de abuso y hostigamiento vuelven para perseguir al sujeto —político o amoroso, importa poco— que alguna vez las lanzó. Fiel a su título, What Happened to the Heart? no se queda en el análisis clínico y teórico del contexto. Más interesada en usar las emociones como vehículo de autodescubrimiento que como termómetro social, AURORA no tiene miedo de desenvainar el cuchillo y abrirse las heridas frente a su público.
Pero el corazón no sangra solamente por amor. El concepto pronto se revela como la piedra angular del disco y del show. En ambos, la mirada primero es claustrofóbica y después se vuelve hacia la espiritualidad, donde el corazón ya no es un órgano monolítico sino una entidad de complejidad poética y literaria. The Dark Dresses Lightly, un himno pop de terror, marca el momento del cambio: ubicada exactamente en la mitad del disco (y casualmente también del recital), la canción sustituye el peso muerto de la balada autocompasiva por una exteriorización de la angustia, del adentro hacia afuera, del yo hacia una población emocionalmente desconectada.
"¿Por qué nos tenemos que morir para ver la luz? / ¿Por qué tocamos el cuchillo cuando nos queremos sentir vivos?", se pregunta AURORA en Starvation. El sujeto al que se dirige, queda claro, ya no es un otro singular sino la gran maquinaria productiva que aplasta las diferencias en favor de la estandarización de todo: de cuerpos, de masas, de identidades sexuales, de ideas políticas, de gustos musicales.
El ritual del estadio de Villa Crespo imitó la estructura del disco: una primera mitad cargada de baladas lentas y un segundo acto con un viraje inesperado hacia el electropop. Se animó incluso a llevar su propuesta musical al terreno raver, donde la nórdica no suele ejercer su poder. La dupla The Blade y Starvation elevó el pulso melancólico con bombos, breakbeats y vocales deformadas, pero fue Cure for Me, uno de sus trabajos más poperos, la canción con la que transformó al Arena por unos minutos en un boiler room.
La voz de AURORA es tan versátil como los estilos musicales con los que juega. Como otras artistas que surgieron post Lana del Rey —a la que todavía no se le da el crédito suficiente por su transformación del paisaje sonoro del pop— y fueron encasilladas por la crítica dentro del indie o alternativo, AURORA intentó crear un universo propio, en el que las reglas del género se desdoblan ante la urgencia personal de la introspección y la autenticidad.
La escandinava tiene raíces trazables en la mitología de Florence Welch, los coros orquestales de la primera etapa de Marina Diamandis, la teatralidad de Kate Bush y el espíritu folk de Björk (todas europeas), pero lo que la hace única es el sonido tradicional nórdico que aparece, contra cualquier expectativa, en baladas punzantes y coros bailables.
Pero en sus mejores momentos la voz de AURORA es excepcionalmente suya. "¿Debería mostrar mi corazón / que es más que un músculo / o un puño cubierto de sangre?", se pregunta en Some Type of Skin, antes de gritar que es todo un montón, que tendría que construirse algún tipo de piel, que tendría que amar todas las cosas que sabe que algún día van a desaparecer. Es cierto que la sangre tira. El gesto de AURORA, sin embargo, no es coser la herida. Es abrirla, ofrecer el corazón palpitante y esperar que la gran máquina no se lo devore.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/782748-aurora-en-el-movistar-arena-una-ninfa-nordica-en-contra-de-l