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19/10/2021

Fue el sábado

León Ferrari y su obra póstuma: una performance de 9 horas que concibió en 1965 y recién se concretó por primera y única vez 56 años después

"Palabras ajenas" se realizó en el marco de Bienalsur y del Festival No Convencional: fue un diálogo imaginario que el artista construyó a partir de las palabras de Adolf Hitler y el Papa Pablo VI, entre otros.

León Ferrari y su obra póstuma: una performance de 9 horas que concibió en 1965 y recién se concretó por primera y única vez 56 años después
León Ferrari y su obra póstuma: una performance de 9 horas que concibió en 1965 y recién se concretó por primera y única vez 56 años después



La obra de León Ferrari (1920-2013) está compuesta de cuadros, esculturas, puestas en escena y arte performático a propósito, pero también a veces a su pesar. Como aquella obra dañada en su muestra de 2004 en el Centro Cultural Recoleta, que fue declarada blasfema por el entonces cardenal de Buenos Aires, hoy papa Francisco. La historia es conocida: un hombre entró al grito de “¡Viva Cristo Rey!” y rompió la pieza llamada La ciudad de los inmortales, una caja de vidrio con flores y cucarachas. Hubo mucha prensa, el artista se hizo famoso mundialmente y con su humor ácido y adorable rebautizó la pieza Gracias, Bergoglio.

Su material de trabajo fue el plástico, el metal, el vidrio y las cosas, eclécticas, como figurines de cerámica de los que vienen al por mayor, flores artificiales, mariposas de alambre y tul, maniquíes femeninos desnudos con declaraciones en sus cuerpos, excremento de aves y un etcétera casi infinito.

Hizo serigrafía, usó espuma de poliuretano, pintura de brillos como para decorar agendas adolescentes y textos. Recortes de diario en servicio de collages y muchas veces su propia pluma, manuscritos pensado y caligrafiados por él, con su letra redonda.




Sobre todo, lo que define al trabajo de Ferrari son sus ideas, su mirada del mundo. Con una opinión rotunda, que propone ante quien se plante enfrente un debate sobre la forma de hacer arte en general y se centra mayormente en una crítica a la violencia de la religión y pone en jaque las creencias de la cultura occidental.

Una clara muestra de eso es Palabras ajenas, una performance de nueve horas de duración que se estrenó por primera y única vez en la Argentina el sábado 16 de octubre como parte de Bienalsur 2021 y del Festival No Convencional, en el Xirgu Espacio Untref.




Un adelantado

El tiempo avanza, viaja, gira alrededor de Ferrari y cada obra suya confirma cómo este artista pensaba siempre adelantado a su época. Porque todavía es moderno. Revolucionario. Incómodo para mucha gente.

Este collage literario se publicó por primera vez como una reacción contra la Guerra de Vietnam. Lo armó entre 1965 y 1967 con miles de recortes de la prensa, cables de agencia, manifiestos históricos y fragmentos de libros. Se concebía, inicialmente, como una obra de arte conceptual, para que sea solo ese guión con tamaño de guía telefónica: una performance imposible de realizar.

Pero nada es imposible con León Ferrari.




Su viejo amigo y colaborador, el compositor Martín Bauer, hizo realidad la puesta. Completa. Dura nueve horas. Las armó en una versión que realizó junto a Leandro Martínez Depietri y Rodrigo de Caso.

Pusieron el cuerpo, y más que nada la voz, las actrices Analía Couceyro y María Inés Aldaburu, el periodista Franco Torchia, el escritor Martín Kohan, el dramaturgo Rafael Spregelburd, los barítonos Víctor Torres y Marcelo Lombardero, el coreógrafo Oscar Aráiz (en el papel de Dios) y 41 estudiantes y egresados de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y el Centro de Capacitación Artístico Profesional, que iban rotando, entrando y saliendo.




La experiencia comienza antes de entrar al clásico teatro porteño margarita Xirgu, sobre la calle Chacabuco, aún empedrada. Los bares que tienen mesitas afuera y los cantantes de tango, y el sol de la tarde son parte involuntaria de la performance, y se convierten en una escena perfecta por la que se cruzan señoras paquetas, adolescentes, parejas, gente sola, grupos de amigas, vecinos del barrio, turistas, rumbo a la sala.

El público entra y sale, así está pensado el espectáculo. Cuando llega alguien, queda impactado, en silencio, de pie junto a la puerta, como con temor de interrumpir, hasta que después de un respiro se suma al resto, la gente sentada en un círculo alrededor del círculo en donde sucede todo.




El todo es un extenso diálogo coral en el que quienes ponen la voz hacen un collage de voces de corresponsales de guerra, militares, políticos, profetas y hasta a Hitler, el papa Pablo VI y Dios, entre otros impactos. Usan, frente a micrófonos enfrentados, sin verse unos a otros, literalmente “palabras ajenas” para mostrar en primer plano la historia de la violencia ejercida por Occidente, fruto de la complicidad entre el poder político, religioso y mediático. Sucede.

También hay en esa mesa circular computadoras viejas, de monitores en verde, que proyectan palabras clave: el nombre de determinados diarios y agencias de prensa, del entonces presidente Lyndon B. Johnson y otros líderes fatídicos.




Los parlamentos se intercalan, quienes los dicen miran para distintos lados, no se ven, son soliloquios que conforman una conversación imposible. Hablan de la libertad de un pueblo, de los negocios norteamericanos, del führer, del bombardeo a Vietnam, con diversos acentos, como en un encuentro de la ONU sin tiempo, de todos los tiempos.

En el centro del círculo hay una batería, triángulos, resortes, un set completo y excedido de percusión. Está mudo hasta que llega el músico Bruno Lo Bianco, de traje, impecable. Se sienta. Y no toca.

Las guerras, el descuido ambiental, la urgencia por despedazar diques son las cosas que percuten hasta que aparecen tímidos unos tintineos primero y después, cuando nombran a Hitler, platillos.




Se va la música y el percusionista, que cada tanto vuelve. Entra, hace un ruidito, sale. Todo acompaña extrañamente, incluido el público, que también viene y se va.

La experiencia es hipnótica, como escuchar una radio que transmite las crisis mundiales del siglo XX. La gesta, la previa de cada tragedia, el antes de Segunda Guerra Mundial, el inicio de Vietnam.

De esa totalidad quedan fragmentos en el recuerdo, porque llegan en pedazos al cerebro. "Ya que no quieren amarnos tendrán que aprender a tenernos", dice una de las voces. “¿Quién es el Papa, quien es el Papa? Es un intelectual que siempre está diciendo ‘pero’”, declama, grita, otra.




La guerra, la iglesia el poder, las armas, los temas que atraviesan la obra visual de Ferrari acá, ahora, son sonido y se hacen ver desde la narración.

Son nueve horas de performance sin tiempo, que suceden todo el tiempo.

Afuera es 2021, hay sol, San Telmo está en su esplendor, repleto de personas que aprovechan las nuevas flexibilidades casi post pandémicas. Adentro es un momento sin tiempo, con barbijos de Covid en el mundo en la platea. La monotonía narra, autómata, las tragedias pasadas, las muestra, solo eso. Los retazos de siglo XX exponen, así, sin piedad, cómo todo aquello sigue explotando en el presente.

PC






Fuente: https://www.clarin.com/cultura/leon-ferrari-obra-postuma-performance-9-horas-concibio-1965-recien-concreto-primera-unica-vez-56-anos-despues_0_hNmEdbEPP.html