Su heroína es una mujer capaz de hacerlo todo. De volar, de expresar coraje, libertad, orgullo, alegría, y empoderada de darle un giro positivo a las cosas. El bello trabajo artístico de la artista afgana Shamsia Hassani, nacida en Teherán en 1988, se multiplicó en grupos de chats y redes sociales, en correos electrónicos y fotos compartidas de sus obras, con la caótica y vertiginosa caída de Kabul en manos del régimen talibán.
El acontecimiento significó el final de los derechos humanos de las mujeres. Con paradero por ahora desconocido, Hassani se ha ingeniado para continuar hablando a través de su arte en Twitter e Instagram. La frase que abre su website es una convicción: “El arte cambia la mente de la gente y la gente cambia el mundo”.
Una de sus obras, de trazos delicados y colores armoniosos, una mujer con hiyab morado toca el piano mientras una lágrima cae por su mejilla, en medio de rascacielos azules. Vulnerable y fuerte, melancólica y sola, se expresa en libertad. Es apenas una pieza de las muchas que ha logrado con su pasión por el arte y por la defensa de los derechos de las mujeres y niñas afganas.
Cofundadora del colectivo de artistas contemporáneos Rosht, que promueve el arte y la cultura contemporánea en Afganistán a través de programas, talleres, seminarios y exposiciones, la obra de Hassani -tanto en graffitis como en pintura, dibujo y arte digital- ha sido expuesto no solo en Afganistán, sino también en los Estados Unidos, Dinamarca, Australia, Alemania, Irán, India, Noruega, Italia, Suiza y Vietnam donde también ha dictado conferencias. Hoy el grupo artístico se convirtió en Bernag Arts.
Recibida en la Universidad de Kabul en escultura, luego de que Irán le negara el derecho a estudiar Bellas Artes, ha dotado a su personaje -que se multiplica en otras mujeres iguales- de largas pestañas (solo eso en el rostro) y actitud libertaria; a veces luce triste ante el poder de las armas, pero sus colores y la escena en la que destaca contrasta con las paredes ruinosas que embellece.
Sobre muros perforados por la guerra, Hassani aporta la vida del color y narra una historia abierta empecinadamente a una esperanza. Su personaje, que lleva la cabeza cubierta aunque a veces se desmelena, es un permanente recordatorio de la invisibilidad a la que están sometidas las mujeres y niñas afganas en una sociedad con supremacía machista y retrógrada.
Hassani es la primera artista callejera de Afganistán. Según sus propias palabras tanto en sus murales como en sus series de dibujos y pinturas, su intención ha sido conferirle a su personaje “poder, ambición y voluntad de alcanzar sus metas”.
Con su trabajo artístico en las calles de Kabul, la artista ha logrado crear empatía con esa o esas mujeres nacidas de su mano que, según su creadora, puede “traer cambios positivos a la vida de las personas”.
Durante la última década, las obras comenzaron a ser apreciadas entre las mujeres de su país y han servido de inspiración a miles de afganas a las que Hassani ha estimulado a explotar su propia creatividad en clase de arte y a través de su festival del graffiti. Desde que volvió a Afganistán en 2005 se dedicó a enseñar escultura en la Universidad de Kabul.
Resulta conmovedor leer sus reflexiones sobre su país antes del regreso de los talibanes al poder la semana última: “Afganistán es como una persona que estaba muerta durante la guerra y después de la guerra ha vuelto a nacer. Ahora necesita tiempo para madurar. Hay muchísimos problemas heredados: edificios bombardeados, desigualdad de géneros, acoso en la calle, actos de violencia contra la mujer. Los artistas pueden hacer que cambie la mentalidad de la gente, y la gente a su vez puede hacer que cambie la sociedad”.
Su sueño se ha roto en pedazos de forma brutal en la última semana.
Con atuendos tradicionales y la cabeza cubierta, las mujeres de Hassani suelen estar aferradas a instrumentos musicales, de preferencia un pequeño piano. Embellecer la ciudad con color en medio de la oscuridad de la guerra es parte de su misión, ha dicho la artista.
Durante una residencia en el Museo Hammer de Los Angeles, Estados Unidos, su trabajo fue favorablemente destacado: “Con líneas audaces y ángulos agudos, sin bocas visibles, sus mujeres a menudo portan o tocan instrumentos musicales, que les proporcionan una voz, un vehículo para la autoexpresión. En la serie Secret, las mujeres usan la burka, que los occidentales a menudo asumen como una forma de opresión, pero en el trabajo de Hassani, la tela transparente revela la fuerza y la humanidad de la mujer debajo, a pesar de estar cubierta”.
Es interesante la lectura crítica que se hace de una prenda confeccionada para invisibilizar a las mujeres afganas: “Ella está tratando de señalar que elegir la burka o el hiyab no es el problema; las mujeres no serán verdaderamente libres hasta que puedan hablar por sí mismas y ser escuchadas. Hassani se ha propuesto desestigmatizar las percepciones erróneas de las mujeres musulmanas cuando ilustra que quitarse el pañuelo no es lo mismo que liberar a las mujeres”.
En la serie Birds of No Nation “las mujeres observan ciudades desde los tejados. Han llegado a una nueva ciudad en busca de refugio del caos de su tierra natal, de la misma manera que las aves migran en busca de alimento y seguridad. Sin embargo, estas mujeres que viven en una tierra extranjera están constantemente mirando hacia afuera”, se dice en un texto crítico.
La serie habla de la migración masiva de ciudadanos afganos a países vecinos, un fenómeno penoso que la artista ha conocido desde siempre, incluso en su propia piel. Aunque nació en Irán nunca dejó de ser una refugiada afgana.
Shamsia (“Sol” en su lengua) comenzó a pintar murales callejeros en 2010, junto a Chu, artista británico del graffiti, junto a otros ocho artistas. Los problemas existentes en el país los desalentó, pero Hassani que decidió perseverar: “Estaba sola con muchas ideas, llena de energía, y el graffiti me permitía tapar los malos recuerdos de la guerra en la mente de las personas, acercarles el arte, porque los afganos no tiene posibilidad de visitar una galería de arte o un museo. Cuando el arte está en el exterior por más tiempo, las personas lo memorizan y se hace parte de su vida, les da color”.
Sus mujeres están presentes en todas sus obras porque “hay muchos que olvidan toda la tragedia que enfrentan las mujeres en Afganistán, por eso utilizo mis pinturas como un recordatorio y trato de hacerlas más grande de lo que en realidad son; más fuertes, felices y en movimiento”.
En 2020 su trabajo artístico sobre billetes de dólares y euros se expuso en Sakura Gallery de París. Durante la cuarentena del año pasado, la artista celebró el arte con una exposición on line desde su departamento.
En 2019 Berang Arts realizó su última exposición en Kabul en la que Shamsia colaboró con las artistas afganas Jahan Ara Rafi y Nabila Horakhsh, en la Asociación de Fotógrafos de Afganistán.
Aunque su sueño de ver libres y respetadas a las mujeres y niñas afganas se deshizo en los últimos días, Hassani no deja de soñar y afirma que le encantaría colaborar con Banksy. Todo su trabajo puede conocerse en su sitio web (shamsiahassani. net) o a través de sus redes en IG y TW (@shamsiahassani).
PK