Como un ojo gigantesco que observa desde 1908 todo lo que sucede bajo su órbita, la monumental araña de la sala principal de Teatro Colón volvió a recorrer este martes su camino de 30 metros hasta las butacas de la platea.
Después del letargo impuesto por la pandemia (y que impidió el año pasado la limpieza periódica), el equipo especializado puso nuevamente en marcha el “Operativo Araña”, tal como se lo conoce.
En las primeras horas de la mañana la estructura comenzó su travesía, en un proceso que insume 45 minutos para el descenso, otros tantos para el ascenso y aproximadamente tres horas para el reemplazo y revisión de las lámparas y la limpieza de las partes metálicas.
Dos cuerdas ubicadas a los costados de la sala controlan el movimiento, impidiendo que la araña gire o se desplace más allá de lo previsto.
Una vez al nivel de suelo empieza el trabajo con las luminarias: estén o no en condiciones, las 552 lámparas son reemplazadas; aquellas que todavía tienen vida útil se reservan para ser ubicadas en otros puntos del Teatro de más fácil acceso.
El resplandor es intenso, y, a tres días de la reapertura de la sala con un concierto de la Orquesta de Filarmónica de Buenos Aires, se mezcla con el reflejo rojizo de la escenografía de Altri canti, el espectáculo basado en música de Monteverdi que inaugura la temporada lírica el jueves 8 de julio, después de tres meses sin funciones.
María Victoria Alcaraz (directora general del Teatro Colón) observa el “Operativo Araña” con una expectativa mayor de la habitual.
“En este contexto, este ritual anual tiene un doble valor porque no solo es revisar la araña, que funcione bien, cambiar las lámparas, sino que simbólicamente es también volver a encender las luces de la sala para recibir al público y para que los artistas puedan ocupar el escenario que es su lugar, y que todo el engranaje del Teatro Colón comience a andar nuevamente", dice Alcaraz.
Y completa su idea. "Si bien nunca dejó de funcionar, porque puertas adentro hemos seguido en actividad, trabajamos para volver a abrir la sala. Es como preparar la casa para recibir a los amigos a los que uno tiene tantas ganas de recibir, está emocionado y conmovido”, asegura.
A pesar de la emoción visible, Alcaraz se maneja con lógica prudencia y evita anuncios grandilocuentes, complejos en un contexto de perpetua incertidumbre. Desde noviembre, mes en el que se pudo volver a poner físicamente en marcha el edificio, se trabajó en el diseño de la temporada 2021, plan que finalmente no se pudo concretar.
Sin embargo, los 14 conciertos del festival Piazzolla 100 que se pudieron llevar a cabo en marzo sin tropiezos, ayudaron a la institución a ganar tiempo y experiencia con la implementación de protocolos y la adecuación de todos los espacios.
Ahora, con más prudencia que nunca, se trabaja con flexibilidad en la programación de lo que resta del año.
También se acerca a contemplar el ritual el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, quien tampoco disimula su emoción ni su cautela: “Tiene un significado muy relevante la reapertura del Colón, que es el gran templo de la cultura en Buenos Aires y en la Argentina, y es parte de una intención muy clara de volver con las actividades culturales en la ciudad, con mucha prudencia".
El funcionario asume el futuro con igual precaución. "La pandemia nos ha enseñado que hay que ser muy humildes respecto de lo que va a pasar, entender que la incertidumbre es la marca de esta época, pero a la vez reconociendo lo difícil que ha sido este tiempo para el sector cultural. Y, al mismo tiempo lo bien que ha trabajado, con mucha responsabilidad y cumpliendo con todos los protocolos durante el tiempo en que pudo estar trabajando”, señala.
Después de seis horas de labor, e incluso detrás de los barbijos, las sonrisas de trabajadores, asistentes y funcionarios son indisimulables: la tarea se ha cumplido.
El dispositivo comienza a elevarse; la araña y sus 1.300 kilos de majestuosa belleza flotan por un rato en el aire. Un aire que pronto se volverá a llenar de sonidos, de murmullos y del fuego que -aún en el silencio- siempre palpita en las entrañas del Colón.
E. S.