En el prólogo de su obra cumbre, Ensayos, Michel de Montaigne (1533-1592) dice: “Así, lector, sabe que yo mismo soy el contenido de mi libro”. Y el autor cumple con su propósito porque en estos volúmenes realiza todo tipo de reflexiones propias, que van desde la familia, la vida campestre, la política y el gobierno.
Con estos escritos, publicados en 1580, Montaigne había creado un nuevo género literario. Hoy el título de su gran obra hace referencia, también, a un trabajo de investigación académico, que organiza ideas en busca de argumentos para sostenerlas.
Como un ensayo puede desvelar a muchos universitarios, aquí damos nueve consejos para hacerlo bien.
Existen varios tipos de ensayo: el expositivo expone ideas sobre un tema; el argumentativo defiende una tesis con argumentos basados en datos, citas, etc. ; el crítico analiza un hecho mediante un juicio ponderado y el poético recurre al lenguaje literario para expresar la sensibilidad del autor.
El ensayo tiene tres partes introducción, desarrollo y conclusión. La primera debe “atrapar” al lector con una idea original, una opinión. Conviene recordar aquí que la tesis no es una pregunta, sino una afirmación.
La segunda parte contiene las ideas principales y secundarias (los argumentos), con ejemplos y citas que las sustenten. Finalmente, la conclusión debe relacionarse con el tema del principio.
Antes del escrito definitivo, conviene anotar las ideas con nuestras propias palabras. Y trabajar luego los argumentos y la cadencia del texto, mirando una y otra vez, dejando reposar el trabajo para volver a buscarle luego lo que le falta y lo que ya está terminado.
Las ideas deben tener un respaldo documental consistente que las confirmen. Las fuentes seguras le dan credibilidad al trabajo. Al no tenerle miedo a las fuentes, veremos como la organización de nuestros argumentos se van reafirmando en otras personas que han trabajado antes sobre temas cercanos.
Como es un trabajo académico, y responde a lógicas respetadas en todo el mundo, conviene evitar la sátira, el sarcasmo y el humor. Si bien es cierto que vivimos en tiempos de hiper conectividad y nuevos tipos de comunicación, es importante que el ensayo no se escriba de manera coloquial.
Siempre es bueno no desarrollar demasiadas ideas, o ideas en exceso, para evitar la confusión en quien lo estará evaluando. Tampoco hay que abusar de los sinónimos ni recurrir a palabras rebuscadas. Contar bien, y argumentar bien, como el buen pensar, suelen ser resultado de la síntesis.
Hay que leer y releer para detectar todo tipo de errores (ortográficos, gramaticales, tipográficos). No hay nada como una lectura descansada del propio autor buscando exclusivamente este tipo de fallas. Pero los editores de texto, como Word, ayudan en esta tarea.
Siempre hay que adjudicar los textos ajenos a quienes correspondan y detallar la bibliografía. Existen normas específicas, como las APA, por American Psychological Association, habituales en ciencias sociales.
Este tipo de trabajo es un verdadero motor de reflexión. Un camino que cada autor, sea un estudiante, un escritor o un investigador, ha puesto esfuerzo y tiempo en recorrerlo. Algunos expertos aseguran que la mejor conclusión es la que funciona como el preámbulo de un próximo ensayo.
Fuente: https://www.clarin.com/cultura/hacer-ensayo-9-consejos-hacerlo-bien-n0t4l0n4t41l_0_j1farVsb0.html