El fuego mete miedo en California, tan amenazante como el Covid-19, al mismo tiempo que en las calles de Los Angeles se agitan las protestas sociales replicadas en todo el país como en 1968. Mientras afuera huele a humo, encerrados como estamos por la pandemia, sus habitantes nos acostumbramos a ver transcurrir la vida través de las pantallas. Por suerte esta semana la plataforma GATHR estrenó mundialmente un nuevo documental, Meeting The Beatles in India.
En el filme, las manifestaciones por los derechos civiles de 1968, que ahora suenan familiares, apenas son una referencia social inicial porque la acción se traslada enseguida a Rishikesh, a las orillas del Ganges. Allí se ve cómo llegan Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr al ashram del famoso gurú Maharishi Mahesh Yogi, a buscar paz interior, practicar meditación trascendental y escribir las canciones de The White Album.
“¿Qué pasa cuando un joven occidental de 23 años se da cuenta de que necesita cambiar, va a la India en busca de sí mismo y se encuentra a los Beatles?” pregunta con su voz grave el actor Morgan Freeman. El canadiense Paul Saltzman, director y protagonista del documental, ahora un director y productor televisivo ganador de dos EMMY, por entonces era ese joven desorientado que decide viajar a la India en una búsqueda espiritual, después de que su novia lo abandona con una carta que le rompe el corazón.
De golpe, Saltzman se encuentra en las puertas del ashram teniendo que esperar ocho días para que Maharishi lo invite a pasar. Ahí se hace amigo de un periodista que viene a buscar la historia del momento: los Beatles, alejados del asedio bullicioso de sus fans, meditan y escriben sus canciones bajo la atenta mirada y supervisión del gurú indio.
Sólo porque Paul Saltzman no era un cholulo sino un joven que fortuitamente estaba en el lugar y momento indicado, el cuarteto le permite acceso a su mesa durante una semana y lo alientan a sacar las fotos del encuentro que hoy son famosas. El director cuenta que dejó a un lado los negativos durante 32 años, hasta que un día su hija los vio y le sugirió que hiciera algo con ellos.
Cuarenta fotos inéditas pueblan el documental, momentos icónicos que reflejan a los Beatles como a una banda de amigos que trata de desenchufarse. Saltzman, que ha seguido practicando meditación trascendental hasta ahora, viaja a Los Angeles a buscar la participación del cineasta David Lynch, profeso cultor y promotor del método del Maharishi.
“En el 68 me parecía que lo de Beatles en la India era una moda pasajera; la espiritualidad no era lo mío”, reconoce el creador de Twin Peaks. Hasta que un día, imprevistamente, se da cuenta que la felicidad no es algo que está afuera sino adentro de uno. Después de los créditos, y para darle un regalo extra a los que sintonizaron, pone sus entrevistas a Paul McCartney y a Ringo Starr hablando del Maharishi y su meditación. “Sonreía siempre; te transmitía su jovialidad“ dice Paul. “Se trata de parar los pensamientos y dejar que fluya el corazón”, explica Ringo.
“Arribar sin viajar, verlo todo sin mirar”, dice Harrison sobre su búsqueda de la paz interior en otro documental, George Harrison, Living in The Material World, de Martin Scorsese. Fueron él y su mujer en ese momento, Pattie, quienes arrastraron al resto del grupo hacia el Maharishi. Saltzman cuenta cómo una tarde se encontró frente a frente con George en un cuarto, y ambos meditaron mientras Harrison tocaba su cítara. El beatle le contó que descubrió el instrumento en el set del video de Help y que luego encontró a un maestro, Ravi Shankar, que le enseñó a tocarlo y a entender que era mucho más que un instrumento musical.
En Meeting the Beatles también participa Rikki Coooke, quien estaba estudiando junto a su madre con el maharishi en el ashram y un día llegó contando cómo había cazado a un tigre. John lo miró desangelado. “La destrucción de la vida es la destrucción de la vida”, le dijo Maharishi.
Y porque ésta es una historia de transformaciones, Rikki pasó de cazador a fotógrafo conservacionista de National Geographic. Pero todavía lo averguenza un poco que por su acto violento haya terminado siendo el protagonista de la canción de Lennon The continuing Story of Bungalow Bill.
E. S.