No es ninguna novedad que Ricardo Darín es uno de los actores argentinos vivos más emblemáticos. Su carrera cinematográfica es única: entre su debut a los quince años en Así es la ribera (1972) hasta La odisea de los giles (2019), participó de más de 50 largometrajes y con el paso del tiempo fue creciendo hasta erigirse en uno de los grandes intérpretes nacionales.
A fines de los años '70, como galancito, actuó en comedias olvidables como La nueva cigarra, Los éxitos del amor, La carpa del amor o La playa del amor. En los años '80, con títulos como El desquite, intentó darle un vuelco a su carrera. Pero no sería hasta 1993, con Perdido por perdido, de Alberto Lecchi, que la crítica empezaría a tomarlo en cuenta como un actor sólido.