El 28 de octubre de 2016, cuando abrazarse era un acto "natural", Diego Pérez se abrazó como un pulpo a un tal Al Pacino. Fue en el Colón, después de una charla magistral de Alfredo y después de que Pérez hubiera remado como en petróleo hasta llegar a ese día. Vender boletos en la estación San Martín, recomendar películas en VHS en un videoclub, interrumpir como el insoportable de las cámaras de VideoMatch y tantos trabajos, todo su recorrido resumido en un día.
"Gasté una fortuna. Como un viaje a Europa. Saqué primera fila y Meet and Greet. El fotógrafo era Machado, el de las marquesinas de los teatros, que le explica en inglés a Al Pacino que yo era comediante. '¡Colega!', gritó Al, y abrió los brazos. No me lo borro mientras viva".