La amistad más duradera en el rock, aun con todos los altibajos que tuvo, es la de Mick Jagger y Keith Richards, un vínculo emblemático que se vio sacudido por diferentes emociones, entre ellas los celos. Lo curioso es que se dispararon por una relación impensada, la amistad nacida entre el guitarrista de los Rolling Stones y Gram Parsons, talentoso pianista y guitarrista norteamericano de country. Con él, Keith compartió -además de la música- maratónicas sesiones de drogas y eso puso celoso a Jagger. Parsons, a quien Richards llamaba su “hermano del alma”, murió por una sobredosis de morfina, el 19 de septiembre de 1973, a los 26 años.
La cercanía de Parsons con Richards, y la posibilidad de que ambos estuviesen pensando en hacer un álbum juntos, fue lo que habría despertado –según el guitarrista- el encono de Jagger. “Mick no lo quería a Gram; me tomó mucho tiempo darme cuenta de algo que todo el mundo a mi alrededor sospechaba. Le hacía la vida complicada, coqueteaba con su novia Gretchen, y de alguna manera le dejaba claro que no era bienvenido”, cuenta Richards, que también recuerda que Jagger se comportaba como una “tarántula” cuando andaba cerca de Gram. Mientras que el guitarrista creía que la presencia de Parsons ampliaba el club, el cantante lo vivía como una traición.