Como la del "rompan todo" de Billy Bond en el Luna Park, la del Adiós Sui Generis que a juzgar por quienes aseguran haber estado allí a esta altura contabiliza unos 500 mil espectadores apilados en ese mismo estadio, la del Cemento por el que entre el 9 de julio de 1985 y el 30 de diciembre de 2004 dice haber pasado algo así como la mitad de la población de la China, la historia de Sumo hasta 1985 es un compilado de innumerables certezas y una buena dosis de leyendas urbanas en las que Luca Prodan asume el rol central, como héroe y también villano.
Para entonces, la banda había editado de manera independiente el disco Corpiños en la madrugada y llevaba algo más de tres años agitando -en todos los aspectos- la escena de un under porteño que daba sus pasos casi a la par de una democracia que afirmaba que con ella se comía, se educaba y se curaba. Y el pelado que la lideraba, se colgaba como un mono de los troncos que atravesaban el aire del Café Einstein y a su regreso de Europa decía que éste era el mejor lugar del mundo se encaminaba a convertirse en una de las figuras esenciales de la historia del rock argento.