Tienen que ver BoJack Horseman, una de las series de dibujos más sofisticada de los últimos tiempos. Retrata la vida de BoJack, un arrogante caballo antropomorfo que fue una estrella de Hollywood en los noventa. Sin embargo, en el tiempo presente de la narración --agotado su tiempo de celebridad-- debate su existencia en medio de whiskys, drogas, rehabs, un lento humor negro y el flashback de una crianza familiar terrible. Nunca mejor dicho el verso del escritor argentino Fabián Casas: todo lo que se pudre forma una familia.
La historia de BoJack viene a cuento porque en el despacho de su mansión vemos una pintura que lo retrata a él, parado al borde de una pileta, mirándose a sí mismo, quiero decir a otro él, nadando en el agua. Es una recreación paródica de una pintura del británico David Hockney (1937): se llama "Retrato de un artista (Piscina con dos figuras)", es de 1972 y se vendió en 2018 por 90.3 millones de dólares en una subasta en Nueva York. Lo consagró ese año como el artista vivo más caro del mundo (lo superó Jeff Koons , al año siguiente, con la obra Rabbit (1986), vendida en 91 millones de dólares).
"Retrato de un artista. .. " es la obra más icónica del artista de Yorkshire donde aparece su temática recurrente, la piscina, acompañada por lo que no se ve: el ambiente de Los Ángeles, el culto al cuerpo, la soleadas luces, la narrativa gay. Es, en rigor, la historia de dos versiones: la primera, de 1971, comenzó con la yuxtaposición casual de dos fotografías en el piso del estudio del artista: una figura distorsionada que nadaba bajo el agua y, la otra imagen, un niño que miraba algo en el suelo. Hockney vio eso y comenzó la pintura de inmediato. Pero la destruyó.