Quien haya vivido los '80 o los '90 seguro oyó hablar de Lou Ferrigno. Lo recuerda como El increíble Hulk, pintado de verde y con los pantalones desgarrados; el peinado sauvage intacto, arrojando gente con sus brazos por encima de su cabeza; o despedazando armas con una mano, para luego salvar a alguna chica en peligro.
Cualquiera que tenga registro de alguna de esas escenas, tampoco olvidará la ralentización como “efecto especial”. Cuando el científico se transformaba en esa criatura desbordante de furia, se apelaba al slow motion para simular su incontrolable fuerza sobrenatural. En ese entonces, el recurso era de vanguardia, un adelanto que maravillaba.