¡¡¡TROON, TROON, TROON, TROON, TROON!!! Sonaba como la típica alarma del más susceptible de los autos de vecinos de la cuadra, si es que algunos estos estuviera estacionado al lado de mi cama. Es la mañana del 24 de agosto de 2005 y hace apenas un par de horas que el vuelo Buenos Aires-Miami corrió paralelo a un huracán, al menos a partir del Caribe, sin que tampoco lo supiera.
Ahora, en un hotel de Miami Beach, trato de dormir pese a lo insoportable del ruido. El despertador no es, eso ya lo chequeé. Por intervalos de treinta segundos, se llama a silencio. Y renueva. En un momento suena el teléfono de la habitación. Del otro lado, la voz de Gloria Guerrero, la otra periodista de la comitiva, que dispara tres preguntas y una certeza: “¿Estás despierto? ¿Bien despierto? ¿Podés poner la tele? ¡Estamos en el medio de un huracán!”.