A Jorge Drexler no se le coaguló el uruguayo. Es como si se lo hubiera podido extirpar. No canta fuerte. No declama. No parece tener una moral superlativa. No cita a Obdulio Varela. No debe ser de Peñarol ni de Nacional. Uruguay, en su caso, más que una debilidad debe ser una procedencia.
Pensando en voz alta, Drexler no tiene un personaje y, como cantautor, nunca abusa de la primera persona ni de la voz propia. Un susurro viene atravesando toda su carrera. En la antípoda del timbre de peón rural de Zitarrosa. Moderado, albertista, dulce, cálido, relajante, interpreta como pidiéndole permiso a los oídos…
-Debés ser único en este sentido. Es más, Jorge, cierra bien lo del médico que en determinado momento saca la guitarra y canta en medio de una reunión de amigos. .. ¿Coincidís?
-Es muy difícil evaluar mi tono desde afuera. Canto de la manera que puedo. Me gustaría cantar de otra manera, pero pasó el tiempo y conseguí abrirme un camino con este tono esta voz un poco opaca.
-No lo digo como demérito…
-Ni mérito ni demérito. No se trata de pedir permiso, se trata de un tipo de situación vocal que hereda la escuela de Joao Gilberto. Es decir, tonos intermedios sin despliegues vocales que no tengo. Pero bueno, lo que empezó siendo un defecto termina siendo un estilo. ..
-¿Cómo quién te hubiera gustado cantar?
-Como Gardel. Como Vicentico. Son dos voces que tienen una textura distinta. Me encantan.
-¿Vicentico?
-Sí, Vicentico.
-¿Conocés otros médicos que se hayan dedicado a esto?
-Empecé a estudiar Medicina a los 18 años, pero tené presente que empecé con el piano a los cinco. La música estuvo antes, aunque recién a partir de los 30 empecé a vivir de esto.
-Es como que obedeciste algún tipo de mandato. ..
-Hubo un dulce mandato familiar porque, claro, vengo de familia de médicos. Sin embargo, la medicina y la música se empezaron a mezclar en casa, así que también puedo afirmar que vengo de una familia de músicos.
-Hablando de medicina, ¿estás a favor o en contra del aborto?
-Como médico no puedo darle la espalda a la realidad. La interrupción del embarazo es una realidad. Creo que el aborto es una experiencia muy traumática, pero no por eso debe ser ignorado por el Estado. El Estado tiene que contemplar la posibilidad de abortar.
-¿Si vivieras en la Argentina a quién votarías?
-Llevo muchos años de relación con la Argentina. Tengo una relación de amor muy grande con su gente, creo que entiendo a su gente, y entiendo a su cultura. Lo que me cuesta comprender es su política. La política, en la Argentina, es más personalista. Nosotros nunca hablamos del “Mujiquismo”. En Argentina el nombre propio termina siendo una característica importante.
-Es conocida la anécdota de que te radicaste en España a instancias de Joaquín Sabina. Lo que no me cierra es un tipo como vos haciéndole caso a una personaje que acostumbraba vivir colocado. ..
-Es una visión muy pixelada. La realidad, como dice (Antonio) Escohotado, es infinitamente más compleja. Cuanto más te acercás a la gente, más matices existen, más detalles. Joaquín conocía mi situación en la música uruguaya más que yo mismo viviendo en Uruguay. Él se dio cuenta de lo que se podía conseguir estando en Uruguay o en España. Conocía muy bien el panorama de la música de Latinoamérica y no, no tenía un estado de conciencia alterada por las sustancias, sino una clarividencia total y absoluta. Además de eso, su enorme generosidad: “Vos tenés que venirte a España y Ana Belén y Víctor Manuel te van a grabar canciones. Después de eso, te van a fichar para una discográfica". Hablar con Sabina fue como hablar con el oráculo de Delfos.
-Los cantautores uruguayos que conozco sólo se fueron de su patria por exilios o cuestiones políticas. Lo tuyo fue por un asunto de proyección artística. ¿Público o colegas te facturan eso de irte quizá para triunfar?
-No. Nunca sentí que me facturaran nada. Soy el más privilegiado de los emigrantes. No me fui para escapar de la miseria, como ocurrió con parte de mi familia, o para salvar mi vida. Ha sido una emigración vocacional que, de todas maneras, nunca es un proceso banal. Mi barra de amigos está compuesta de argentinos. Todos extrañamos. Mis hijos son un poco de cada lado. El precio del desarriago es grande.
-¿Qué leés, que estudiás, de dónde viene todo el material que volcás en tus canciones?
-Mi mujer es una gran lectora (Leonor Watling, cantante y actriz española). Ella lee más y mejor que yo. Lee y difruta. Me dice: vos no leés, vos estudiás. Es cierto, yo no termino los libros y además leo mucho ensayo. .. Actualmente llevo dos años sin escribir ni un solo verso y eso no me preocupa en lo más mínimo. Cuando me encuentro en estado de gira no puedo escribir. Las giras son una experiencia que sirve para incorporar. En la Argentina serán los últimos conciertos y el año que viene me encierro a escribir.
-“Silente” es una gira en solitario. ¿Se trata de un problema de presupuesto?
-Tiene que ver con mi bipolaridad, aunque prefiero llamarlo de otro forma. Hablemos de oscilación laboral. Tengo una aproximación pendular a la realidad. Puedo establecer eso entre discos claramente expansivos y con colores, a trabajos como Salvavidas de hielo, con un solo color y hecho sólo con guitarras. Fui oscilando de disco en disco, de gira en gira. En estos shows estoy en la búsqueda del silencio como materia prima. Reducir al máximo las amplificaciones y las microfonías innecesarias. El oxímoron es uno de los vectores. De hecho, vos no podés tener un concierto silente. Yo aspiro a que el concierto sea una buena pregunta. A que ponga un hueco para ser llenado por los demás. Vivimos en un mundo lineal: Facebook te recomienda a los que piensan igual a vos. Vivimos en un mundo que nos da la razón.
-Sos exigente con tu público. ..
-Estos shows son exigentes. Requiero un nivel de atención. Es lo más alejado del pop que he hecho en mi vida. La realidad es tan dinámica como nosotros. Cuando hice discos como Sea o Frontera eran discos raros para el oyente de ese momento. La entrada de la electrónica dentro de la música de autor o música raíz, resultaba un encuentro paradojal, incómodo para mis oyentes. Acá en España me costó. El oxímoron vertebra mi relación con el público, pero la paradoja no es siempre la misma porque si no, claro, dejaría de ser paradoja.
-Se te escucha sensible, reflexivo. Por estos días ser artista y tener la dicha de que nunca te hayan acusado de "machista" o "misógino" debe ser un valor agregado.
-Sí, cuando hablo del tema, lo primero que digo es miremos hacia atrás, a nuestra abuela, a nuestra compañera. La gran revolución fue el ingreso masivo de la mujer a todas las áreas. Yo me crié en una casa donde mis dos abuelas y mi madre tenían una vocación personal. Muy rodeado de mujeres me crié. Mi mundo estuvo siempre rodeado de mujeres. Tengo un lado femenino muy desarrollado y dialogo mucho con ese lado. No creo en la lucha irreconciliable entre géneros. Soy un conciliador por naturaleza.
-Recibiste el premio Oscar en 2005 a la mejor canción. También ganaste un par de Grammy. ¿Esos reconocimientos sirven para modificar el cachet? ¿Mejoran los contratos?
-Los premios influyen en los círculos más exteriores de mi realidad. Hay cuatro círculos: el mediático, el profesional, el artístico y el personal. Son círculos concéntricos. El mediático es el que más cambia: no lo conocés y puede que te convierta en ícono, pero yo creo que el éxito es la muerte. El éxito es la salida. Etimológicamente la palabra "éxito" quiere decir eso.
Jorge Drexler presentará Silente en la Argentina el 26, 27, 28 y 29 de septiembre, a las 20.30, en el Teatro Gran Rex, con entradas desde $850.