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26/6/2019

Una instalación creada en 1965

Marta Minujín se comió "la Gran Manzana": con fiesta, su obra"La Menesunda" abrió en Nueva York

Hubo cola para entrar a la inauguración y estuvo hasta David Byrne. Se trata de un laberinto en el que hay televisores con viejos noticieros, lugar para maquillarse y una pareja en la cama, entre otras cosas.

Marta Minujín se comió "la Gran Manzana": con fiesta, su obra"La Menesunda" abrió en Nueva York
Marta Minujín se comió "la Gran Manzana": con fiesta, su obra"La Menesunda" abrió en Nueva York



Un enjambre de carteles de neón ilumina la cola para una experiencia de arte inmersivo. Lo que podría ser otra muestra cazatickets concebida para expandirse en Instagram es una nueva versión de la instalación creada en 1965 por Marta Minujín, que hoy miércoles abre al público en Manhatthan. "Marta Minujín: Menesunda Reloaded" se puede ver y vivir en el tercer piso del New Museum hasta septiembre, y en la masiva inauguración -a la que llegó el mismísimo David Byrne en bicicleta- se podía capturar esa agitación vital que mantiene a la obra inalterada y vigente.



La legendaria instalación, pionera del arte participativo que se vio sólo 15 días en 1965 en el Instituto Di Tella, fue realizada por Minujín junto a Rubén Santantonín. Con la colaboración de más artistas, conducía a los visitantes por un laberinto a través de espacios diferentes. Igual que esta versión neoyorquina, que llevó un año de trabajo y tres semanas intensas de montaje en un moderno edificio ubicado entre el Soho y East Village. "Go up first" (primero arriba) indica un cartel en la entrada, custodiada por una entusiasta guardia del museo que aclara que "todos están en movimiento permanente".




Dejados atrás los neones, se puede continuar el recorrido por un pasillo con televisores de tubo que muestran la imagen del visitante o noticieros argentinos en blanco y negro, algo que podría ser desconcertante o insignificante para el público local. Entretenidos como para entrar a la disco, quizás nadie haya leído las reglas: no se permiten tacos, niños menores de 15, y en todo el ámbito no pueden entrar más de cinco personas por razones de seguridad.




La muestra, que forma parte de las exhibiciones de verano del New Museum, surgió a partir de una invitación, pero influyó también la destacada participación de Minujín en la última edición de documenta, en Kassel, Alemania, donde recreó su monumental Partenón de libros prohibidos. Pero no es una casualidad que sea en Nueva York, donde Marta Minujín vivió con poco más de 20 años. "En esa época todos me conocían acá, porque el mundo del arte era mucho más chico que ahora, y más genial", contó la artista en entrevista con Clarín, después de la apertura. "Con Andy Warhol íbamos a todas las fiestas, a la Gala del Met con los Velvet Underground".



Una empinada y mínima escalera, rodeada de paredes rosa chicle atiborradas de esponjas multicolores, espejos y cajitas de cosméticos Mary Kay asumen la distribución de un santuario popular, mientras un par de performers invitan a maquillarse: el olor a quitaesmalte es ineludible. Con aromas, texturas y mecanismos para generar confusión (de ahí viene el nombre, en lunfardo), la instalación marcó una ruptura con los lenguajes que el arte barajaba en los 60 y se caracterizó por la manera radical en que interpelaba al visitante en todos sus sentidos.

Aunque ya no escandalice o asombre la invitación a involucrarse, la obra genera hoy otras inquietudes. Según los relatos de los primeros en atravesarla, al que se mete en el laberinto le queda esa sensación de haber salteado algún espacio, de estar perdiéndose algo. Una particularidad de los tiempos de exceso de información, oferta de estímulos y opciones. Y también hablan de la habitación blanca e hiperiluminada de luz fría que tiene entrada y salida con puertas de heladera. La incomodidad hace que sea breve el paso por la habitación donde una pareja, al parecer sin ropa, duerme en su cama matrimonial.




Una calesita cubierta de cintas coloridas abre compuertas a otros entornos: un laberinto sin salida de intestinos construidos con bolsas de plástico rosa, un sendero blando y sinuoso con gomaespuma en las paredes, o esa habitación oscura con una cantidad generosa de una suerte de juncos colgados como bolsas de boxeo, cada uno con textura diferente -donde otra pareja se detuvo a besarse-. "Yo sola me doy cuenta de que el olor no está tan fuerte", reconoce Minujín.

Cuando La Menesunda cumplió 50 años, se realizó la primera reconstrucción en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, a partir de imágenes del archivo de la propia Minujín, que participó del proyecto como ahora. De Moderno llegó entre un 20 y un 30 por ciento de la muestra (los neones, un disco telefónico enorme, entre otros elementos), pero la mayor parte se construyó en Estados Unidos, planteándole un desafío. "Los materiales son muy específicos y tenés que conseguirlos cada vez, eso necesariamente tiene que cambiar porque es imposible recrear como si fuera 1965", explica Helga Christoffersen, curadora de la muestra junto con Massimiliano Gioni, director artístico del New Museum.




"Yo veo a esta como una nueva Menesunda", agrega Christoffersen. "Creo que ella quería realizar la Menesunda muchas veces, que cada vez tenga un nuevo nombre y que el trabajo esté muy relacionado con su contexto, porque este no es un trabajo que se transporta, por los materiales y también los performers, que son de grupos demográficos muy diversos y con distintos recorridos, por eso tiene mucho que ver con Nueva York".



El montaje de la Gran Manzana parece detectar, además, no solo el carácter histórico de una obra que hizo ruido, sino el artístico, al marcar la influencia de Minujín en generaciones de artistas contemporáneos. Los curadores de esta Menesunda "recargada" destacan su temprana apuesta por el arte inmersivo, que "anticipó la obsesión contemporánea por los espacios interactivos y la búsqueda de experiencias intensas que definen hoy a las redes sociales".




Un breve programa de actividades marca este sendero. Por un lado, Minujín mantendrá el sábado un diálogo público con Massimiliano Gioni -que es esposo de Cecilia Alemani, la curadora de Art Basel Cities Buenos Aires-; y además un panel de expertos debatirá sobre la obra de la artista más allá del pop: desde la historia del arte latinoamericano, el feminismo y el arte conceptual.

La expectativa es que la cola para ingresar a la Menesunda en Nueva York siga tan concurrida como el primer día, iluminados con los carteles de neón que no dicen nada literalmente pero que conectan a esta obra de manera intrínseca con las metrópolis: aunque fue concebida para exudar el espíritu de la calle Florida del Buenos Aires de la década del 60.



Fuente: http://www.clarin.com/cultura/marta-minujin-comio-gran-manzana-fiesta-obra-menesunda-abrio-nueva-york_0_5hv5M-x3t.html