Shockeados, conmocionados, entusiasmados, al borde de la locura está el fandom de Taylor Swift con su primera visita a la Argentina que tiene cita durante el 9, 10 y 11 de noviembre en la cancha de River. El evento es prometedor y es por eso que la artista quiso, tal vez, adentrarse a la cultura gastronómica del país. Resulta que varios medios estadounidenses la pescaron con su nuevo novio, el apuesto jugador de fútbol americano llamado Travis Kelce, que la acompañó a tener una de las experiencias más lindas del mundo: comer un buen asado argentino y de postre, unos churros con dulce de leche.
Taylor acaba de confirmar su relación con Kelce después de mucho esconderse, aunque los paparazzis yankees hicieron hasta lo imposible para descubrir la verdad sobre la cantante y el deportista: los habían encontrado muy acaramelados en algunas ocasiones y llamaba la atención que la artista visitara tanto los campos de juego de su todavía desconocido novio.
Sin embargo, días después la cantante confirmó por propia voluntad la flamante relación y se mostró campante de la mano con el chico que ahora ama. Forman una hermosa pareja, como de cuentos de hadas tal cual alguna vez la artista soñó.
Los escondites de paparazzis ya quedaron en la historia: se vio a los tortolitos entrando a un restaurante en Kansas y el fandom argentino de la autora de “Style” enloqueció con la elección del lugar donde fue a cenar porque ¡es argentino! El bar, que para nada es vulgarmente lujoso, se llama “Piropos”, en su descripción deja clarito clarito que es re contra argento: “Lo más destacado del menú son las empanadas, carnes a la parrilla, mariscos, ensaladas frescas y verduras con un toque de comida española, italiana, francesa y otras comidas étnicas que reflejan la naturaleza cosmopolita de la comida argentina”.
Los twitteros argentinos quedaron en shock y por primera vez se vio a Taylor haciendo choris en una parrilla, imagen que se generó gracias a la inteligencia artificial. La fotito logró desesperar a algunos que creyeron que era verdad. ¡Feliz inocencia! Volviendo al temita del restó argento, BigBang pudo tener acceso a la carta del lugar que describe más menos la plata que tuvo que desembolsar Taylor (su novio o ambos) para cenar en la riquísima parrillita típica de argentinos: para comer una empanada 10 dólares ($3500); en caso de querer comerse unas papitas fritas 8 dólares ($2800); un corte como el del ojo de bife 52 dólares ($18.201); unos raviolitos de mar 25 dólares ($8750).
La mayoría de los postres contenían dulce de leche como los churos que se venden en cualquier barrio, salen 8 dólares ($2800), una tortita de chocolate está al mismo precio y un poco más caro estaba el clásico helado almendrado a 12 dólares ($4200). La carta de vinos, argentinos obviamente, es otra historia: un Malbec común y corriente de Mendoza 50 dólares ($17.501); un Torrontés 34 dólares ($11.900).
El carisma, la simpatía y el humor feminista de Taylor son un combo perfecto para cosechar éxitos. Es por eso que la producción de la cantante decidió que hacer una película sobre las andanzas de la cantante sería un buen negocio: no fallaron.
La peli que se titula “The Eras Tour” fue un éxito mundial y lo novedoso es que no estuvo bajo ninguna de las cadenas grandes de televisión, sino que el propio equipo de producción fijó el monto de las entradas lo que le dejó ganancias económicas sin precedentes de un 57% de las entradas.
A nivel mundial, la peli (por la que los swifties argentinos pagaron hasta $20.000 por entrada) recaudó 123,5 millones de dólares. Así se ganó la buena reputación de Christopher Nolan que advirtió: “Taylor Swift está a punto de dar una lección a los estudios, porque los estudios no distribuyen la película de su concierto. La distribuye el propietario del cine, AMC, y van a ganar una enorme cantidad de dinero. Y esta es la cuestión, aquí hay un formato, aquí hay una forma de ver las cosas y compartir historias o experiencias que es increíblemente valiosa. Y si los estudios no lo quieren, otro lo querrá. Así que esa es la verdad”.
“The Eras Tour” fue un exitazo en las salas argentinas dura casi tres horas (2 horas y 45 minutos) y se presentó en 4150 salas de 90 países ¡Una locura!
